Escritos de Irina Polà - Kant
   
 
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Immanuel Kant

La propia determinación y las limitaciones de las capacidades  o inclinaciones del ser humano, ha sido a través de los tiempos, un motivo de estudio y de profundización de los grandes pensadores, que han pretendido en base a este conocimiento, establecer patrones de comportamiento en el afán de hacer posible una mejor convivencia, entre los individuos que conforman la sociedad.

Uno de los factores predominantes en la elaboración de estas filosofías, ha sido la consideración de esa capacidad individual que se llama Razón. Es esta y no otra cosa, el moderador o indicador del actuar humano consciente y reflexivo que permite al ser humano el manifestarse como tal. Es en ella en que se descansa plenamente la convicción del deber ser, portador de valores de alta envergadura, como el respeto... la dignidad, la libertad y la honestidad...

Immanuel Kant, el filósofo de renombre universal, nació en Koenisberg, Francia, el 22 de abril de 1724. Kant, que jamás salió de su ciudad natal, reveló desde muy temprana edad su disposición para el estudio y la meditación. Desde muy joven, a causa de su profunda inclinación por la Filosofía, adquirió gran fama por sus lecciones orales, que llegaban al fondo del alma de sus discípulos y admiradores. Analiza Kant el principio fundamental de la moralidad y estudia sus posibilidades, propagando una norma superior de exacto enjuiciamiento de las costumbres humanas, ya que éstas se ven expuestas a transformaciones y corrupciones de no mediar "El principio supremo de Moralidad" remontándose a un idialismo puro y vital. Escribe entre otras obras: "Fundamentación de la Metafísica de las costumbres" y la "Crítica de la razón pura". Escritas con una notable sencillez que facilita al lector corriente el acceso a los problemas éticos...

Pero que sean sus propias reflexiones, las que nos lleven a penetrar ese mundo de profundidad que nos plantea: "Estamos cultivados en grado sumo por el arte y la ciencia... Estamos civilizados hasta el exceso para toda clase de cortesías y buenos modos sociales... Pero, para que se nos pueda considerar moralizados, falta todavía mucho... ".

Pensamientos de tal magnitud que nos lanzan a la preocupación de las principios morales que en el pensamiento kantiano son fundamentales. Según Kant, no es posible deducir los principios éticos a partir de la naturaleza ya que de esta manera se limitaría erróneamente el ámbito de la razón. Si se parte del hecho de que la finalidad de toda ética, consiste en que todos los hombres en sí se comporten de una manera racional, las reglas de la lógica tendrían que poder comprobarse también en el  ámbito de la ética. Es decir que Kant fusiona ambas en un solo espacio, a saber: el comportamiento además de lógico, es ético; no puede ser de otra manera.

Una Metafísica de las Costumbres, es, pues, indispensable, necesaria, y lo es no sólo por razones de orden especulativo, sino porque las costumbres mismas, están expuestas a toda suerte de corrupciones mientras falte ese hilo conductor y norma suprema de su enjuiciamiento. Porque lo que debe ser moralmente bueno, no basta que sea conforme a la ley moral, sino que tiene que suceder por la ley moral.

Con ello Kant nos está afirmando que es preciso no sólo observar la ley moral sino creer en ella. Objeto principal de sus obra: "La Metafísica de las Costumbres". Es decir: que las actitudes deben ser basadas en el convencimiento de lo que las impulsa. El Yo mismo superior observa al Yo empírico de los sentidos, en todo que sus actos y emociones, lo enjuicia y juzga. Kant traza el cuadro de un tribunal dentro del ser humano. Piensa que la conciencia es el representante de Dios, el cual ha colocado su alto sillón de juez, sobre nosotros pero también dentro de nosotros.

El yo mismo superior, legitimado así dentro de nosotros como representante de Dios, abre la acusación contra el yo de los sentidos, que tiembla; y pronuncia el juicio según la ley que él mismo se ha dado, y como consecuencia, la persona tiene el poder y el derecho a la felicidad o a la miseria, lógica consecuencia moral, del obrar y del actuar.

 

La buena voluntad no es buena por lo que efectúa o realiza, es buena solo por el querer, es decir: es buena en sí misma. Pero el propósito de la naturaleza al darle razón a la voluntad, como directora, es el influjo que la razón debe tener sobre la voluntad, es decir producir una buena voluntad. Asunto que es el destino de la razón.

Merced a la conciencia como última instancia, queda garantizado de tal forma el habitáculo social, que el individuo pueda sentirse a gusto, sin necesidad de tener que temer por su vida y su bienestar, confiando a su vez, en la sinceridad de los demás hombres, con los que puede estipular contratos sobre la convivencia. Kant es de la opinión de que la conciencia moral hará en los hombres la idea de perfeccionamiento, tanto en la convivencia como en la legislación. El progreso de la moralidad reflejase en las obras de la legalidad.

Al traspasar este concepto a la realidad, significará lo siguiente: "Poco a poco, disminuirá la violencia por parte de los poderosos, y aumentará la conciencia con respecto a las leyes. Habrá algo más de beneficiencia, menos discordia en los poderosos, más seguridad en el cumplimiento de la palabra, en parte por perdonar, en parte por interés propio bien entendido en la cosa pública, y finalmente, se extenderá ello también a los pueblos en las relaciones exteriores recíprocas, hasta llegar a la ciudad cosmopolita, sin que a este respecto deba aumentar en lo más mínimo la base moral del género humano, para lo que sería también necesaria, una especie de nueva creación..".

El dominio de la naturaleza en el hombre, era para Kant una utopía concreta. La organización de las relaciones humanas con la naturaleza no humana, no era igualmente para él, un problema. Hoy, en cambio, la solución de tal problema es la tarea más urgente, en un plazo de tiempo improrrogable,  tendrán que conseguir los hombres, de común acuerdo, regular de forma tan razonable su convivencia y sus relaciones, todos los hombres: de acuerdo a su naturaleza, que les garantice a todos, una vida digna de ser vivida. Sólo así tendrá su premio en sí la razón necesaria, en el sentido de Kant. Esta perspectiva final exige irreversiblemente la vuelta en sí de la razón.

Goethe interpreta la teoría anterior de la siguiente forma: La persona consolidada como individuo, debe partir del ámbito doméstico, para entenderse después con la mayor amplitud, por el mundo. Hasta que no haya quedado garantizada una vida humana digna, que merezca la pena vivirla, no puede ofrecerse al individuo, la posibilidad de despliegue.

La vivencia de la felicidad sólo es posible individualmente, pero las condiciones de la posibilidad de esa felicidad para todos, tiene que elaborarla una sociedad mundial. Ya Kant se propuso crear una conciencia en este sentido al afirmar: "En virtud del derecho a la propiedad conjunta de la superficie de la tierra, los hombres tendrán que tolerarse mutuamente, aunque nadie tiene más derecho que otro a estar en un lugar determinado de la tierra".

No obstante la gran estima que sentía Kant, por Rousseau,  se movía mas bien en las proximidades de Hobbes, otro gran filósofo inglés, por lo que se refiere a su escepticismo frente al buen comportamiento humano, pero de tal forma que trató de aliar filosóficamente ambas corrientes, es decir, la rousoniana y la de Hobbes. Para Kant, el hombre es un ente conflictivo en sí, que vive en antagonismo constante entre las ideas racionales, que recomiendan el buen comportamiento, y la convivencia ordenada con los demás hombres y que no pueden tener más que repercusiones positivas, tanto en política como moralmente. El egoismo que resulta del instinto que exige su satisfacción y que impulsa al individuo de manera social, a pretender siempre lo mejor y sólo para él mismo.

De ahí que el hombre se comporte agresivamente por egoismo con todos los demás y desarrolle una competencia brutal con los demás... una lucha inexorable de todos contra todos, quienes por su parte, quieren lo mismo.

 

Kant dice que el hombre está tallado en madera torcida. Precisamente en su trabajo sobre la "Paz Perpetua", habla continuamente de una cierta maldad arraigada en la naturaleza humana. Traducido esto a la terminología de la investigación actual sobre la agresividad, es decir, comportamiento ofensivo. Habría que calificar a Kant, entre los defensores de la  Teoría del Instinto de Agresión, ya que siempre subrayó la inclinación a la lucha y a la guerra, está infundida en la naturaleza humana. Sin embargo, Kant ve justamente en la tensión entre agresividad egoista y el afán racional de sociedad o sociabilidad, el verdadero motor de la historia universal, que involuntariamente conduce al bien, porque así permanecen conectados dialécticamente entre sí, ambos polos de intereses. Las tensiones de necesidad naturales dentro del hombre, contra la naturaleza fuera del hombre.

El hombre como ente racional, quiere la concordia... la naturaleza en cambio, lo lleva a la discordia. Kant ilustra de esta forma la idea: "Gracias pues, sean dadas a la naturaleza por la insociabilidad por la vanidad que envidiosamente rivaliza, y por el afán insaciable de poseer o también de dominar. Sin ellas dormitarían eternamente y no se desarrollarían los mejores talentos naturales de la humanidad. El hombre quiere vivir placenteramente, pero la naturaleza quiere que salga de la indolencia y de la  satisfacción inoperante, y que se lance al trabajo y a los esfuerzos que le permitan salir nuevamente de esa situación. Esto revela la disposición de un Creador sabio, y no de un espíritu maligno".

La sabia reflexión, puede ampliarse así, precisamente a causa de este movimiento negativo, la discordia da lugar al bien para que el hombre no se atrofie prematuramente, sino que desarrolle sus talentos, y valore enteramente la grandiosidad del bien hecho.

Existe también dentro del pensamiento kantiano, en su fundación de la Metafísica de las Costumbres, algo muy especial. Lo que él llama Imperativo Categórico. Llega a él pasando por la descisión de las modalidades de juicio de los principios morales. Bajo el punto de vista del amor propio, Kant lo formula así: "Hay que confrontar las propuestas del amor propio con el amor propio de los demás hombres. ¿Qué  ocurriría si cada uno actuase como yo quiero en este momento? ¿Podría transformar la máxima de tal actuación en ley general?".

El Imperativo Categórico es, pues, único, y es como sigue: "Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal". La universsalidad de la ley por la cual suceden efectos, constituye lo que se llama Naturaleza en su más amplio sentido, esto es, la existencia de las cosas en cuanto está determinada por leyes universales.

La legalidad de la actuación moral, testimoniada en la conciencia y formulada en el Imperativo Categórico, puede compararse según Kant, con las leyes como las del cielo estrellado.  La naturaleza misma ha otorgado al hombre un puesto especial que le incita a valorarse. La grandeza del hombre le viene de esta manera, se encuentra con una vinculación general necesaria con la totalidad del mundo.

¿Conduce el obrar bien en el sentido del  Imperativo Categórico y según las intenciones de la naturaleza, a una satisfacción interior y a la sensación subjetiva de la felicidad? Lógico es que eso sea posible, puesto que si una determinada manera de obrar, es buena y puede ser considerada como ley universal, necesariamente debe llevar a la consecusión de la felicidad propia y de los otros.

Un ejemplo válido de ley universal sería No Matar o bien No Robar, por dar un ejemplo de multitud de leyes que redundan en positivo social. Puede ser algo así como: Lo que no es bueno para mí, jamás puede serlo para otros. Como también lo opuesto, es decir: Lo que es bueno para mi es bueno para otros, por supuesto que en todo ello va de por medio la conciencia y la moral. Para Kant el Imperativo Categórico cumple su función únicamente cuando actúa el Yo racional, cuya expresión superior es la conciencia. Llega pues Kant, a la conclusión de que: "Si el deber es un concepto que debe contener significación y legislación real sobre nuestras acciones, no puede expresarse más que en Imperativos Categóricos. El deber ha de ser una necesidad práctica e incondicionada de la acción, ha de salir para todos los seres racionales, que son a los únicos a quienes un Imperativo Categórico puede referirse, y sólo por eso ha de ser ley para todas las voluntades humanas. Sin embargo, no se puede esperar nada de la inclinación humana, por lo tanto es responsabilidad de la suprema autoridad de la ley y del respeto a la misma. La cuestión es esta: ¿Es una ley necesaria para todos los seres racionales juzgar sus acciones, según máximas tales que pueden ellos querer que deban servir de leyes universales?".

Como se trata de leyes objetivas y prácticas, la razón por sí sola, únicamente determina la conducta. Y si la voluntad es pensada como una facultad de determinarse uno a sí mismo, es una facultad que sólo puede hallarse en seres racionales. Prosigue Kant: "Ahora yo digo: El hombre y en general todo ser racional  existe como fin en sí mismo, no sólo  como medio para unos cualesquiera  de esta o aquella voluntad; debe en todas sus acciones, no sólo dirigirse a sí mismo, sino en las dirigidas a los demás seres racionales, ser considerado al mismo tiempo como fin".

Esta reflexión no es válida para un sistema comunista, en donde el hombre es considerado como un medio, en satisfacción a un logro ajeno a él: "Obra de tal modo que  uses a la humanidad, tanto en tu persona, como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin, nunca como un medio...".

Si el hombre ajusta su voluntad a ese mandamiento del deber, o sea su conciencia racional, no incurrirá jamás en contradicción consigo mismo, ya que existirá armonía en todas sus decisiones de voluntad, situación inalcanzable, para quienes se abanadonan a sus inclinaciones particulares y a sus veleidades ocasionales. Se ve que el que lesiona los derechos de los demás, está decidido a usar a la persona ajena como medio, sin tener en consideración que los demás como seres racionales que son, deben ser estimados siempre al mismo tiempo como fines.

La moralidad consiste, pues, en la relación  de toda acción con la legislación, por la cual es posible el reino de los fines. Más esa legislación debe hallarse en todo ser racional y poder arraigarse de su voluntad. Así pues la autonomía es el fundamento de la dignidad de la naturaleza humana y de toda naturaleza racional...

Así es como Kant retrata la gran naturaleza que soporta la totalidad de la vida, vida que actúa en cada caso en el hombre como parte de la naturaleza, de tal forma que moviliza contra la razón a los instintos, para alcanzar ese estado que le permita salir de sí mismo.

Kant fue uno de los grandes filósofos, que concibió el actuar humano conciente y moral, en la razón, cualidad inherente al ser humano, y que es la rectora de toda acción provechosa para todas las sociedad humana.

Ningún trabajo sobre Kant, ya sea  de carácter científico, teórico o metafísico puede abarcar a todo Kant... el Kant de la Teoría del Conocimiento, de la Estética, de la Filosofía, de la Religión y de la Antropología.  Por ello, en este espacio, apenas esbozamos algunos de los grandes pensamientos de Inmanuel Kant, que con excelsas exigencias éticas, puede impulsar a nuestras juventudes a conocerlo, para que en su amplia Filosofía,encuentren el camino para hacer de Guatemala, una Patria mejor. Recordemos que sólo la razón modera al instinto y anula la violencia.

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