Escritos de Irina Polà - Nacimientos
   
 
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Historia de los nacimientos

En Guatemala, la tradición de los nacimientos, se mantiene. Son muchos los hogares que confeccionan verdaderas obras de arte, en conmemoración del nacimiento de Jesús, tradición que tuvo su origen en Italia del siglo XIII, y alcanzó su apogeo artístico, medio siglo después, en Nápoles. Fue concebido por San Francisco de Asís y llevado a otros países por los frailes de su Orden.
Los nacimientos han reflejado, mejor que ninguna otra expresión artística, las ideas, los sentimientos y grado de cultura imperantes en cada época y en cada Nación. Anterior al primer nacimiento de San Francisco de Asís, el recuerdo de Belén había sido representado por diferentes artistas, basados únicamente en los escasos detalles suministrados por el Evangelio de San Lucas y de otros pasajes bíblicos. Pasajes que fueron inmortalizados por estos artistas, en pinturas, mosaicos, trabajos en oro y otros. En el siglo V se inició en Roma la construcción de una capilla, la primera de una larga serie que allí se erigirían. El tema fue también una  fuente de inspiración a las primeras representaciones teatrales:
El Auto de los Reyes Magos, gozó del favor de las multitudes de la Edad Media, y durante el siglo XIV, los llamados Misterios, son un reflejo fiel de las costumbres y tradiciones populares, que alcanzaron gran boga en España, Inglaterra, Francia, Alemania e Italia.
La Navidad ha sido representada de diferentes maneras a través de los siglos, desde el primitivo arte cristiano y la iconografía bizantina, hasta los hermosos lienzos de los artistas del Renacimiento, pintados bajo el mecenazgo de los Signori, uno de cuyos ejemplos más brillantes es la Adoración de los Reyes Magos de Boticelli, donde aparecen Cosme de Médicis y sus hijos Pedro y Juan, encarnando a los reyes magos.
Ahora bien, a su regreso de una peregrinación a Tierra Santa, San Francisco de Asís, obtuvo del Papa Honorio III, generoso protector de las órdenes mendicantes, el permiso para celebrar la Navidad de un modo especial. En la diminuta aldea de Greccio, la víspera del día de Navidad del año de 1223 construyó San Francisco con la ayuda de un terrateniente local, llamado Giovanni Delita o Velita, según algunos autores, un nacimiento en el que aparecían las figuras de San José, la Virgen y los Pastores, asì como un asno y un buey recogidos de los campos. En la iglesia de San Francisco de Asís, figura un lienzo de Giotto que consagra la escena de aquella memorable noche de Greccio. El pesebre aparece en el Coro, detrás del altar mayor, y de los relatos del primer biógrafo del santo de Asís se desprende que la misa de Navidad de aquel año se celebró al aire libre, posiblemente iluminada por las antorchas de decenas de campesinos que habían acudido a presenciar el insólito acontecimiento.
Tomás de Celano, relata de la celebración del primer nacimiento o pesebre: "Por fin ha llegado el día de júbilo, el momento del triunfo. Los frailes se congregan y las mujeres de la comarca, acuden portando velas o antorchas, de acuerdo con sus medios para iluminar la gruta. Finalmente aparece el sirvo de Dios, y al contemplar los preparativos se regocija. Arregla el nacimiento y trae el heno; el asno y el buey son conducidos hasta su puesto... El bosque se colma de voces y las peñas de hacen eco de los himnos de júbilo".
Los eruditos de la Orden franciscana, creen que un recién nacido, hijo de una familia de la localidad. ocupa el lugar del Niño Dios aquella noche. La representación ideada por el Hermano Francisco, se difundió rápidamente por el mundo cristiano, recibiendo los nombres de Crib en Inglaterra, Krippe en Alemania, Presepio en Italia, Belén en Portugal y Nacimiento en España.
Las primeras figurillas de los nacimientos, eran de madera tallada o pintada. Con el tiempo comenzaron a utilizarse otros materiales: Cerámica vidriada o coloreada, arcilla, porcelana, marfil e infinidad de materiales. Asimismo se empleó un tipo de yeso que daba a las vestiduras de tosco paño sus característicos pliegues.
En Nápoles, gran variedad de artesanos intervenía en la confección de los preseppi, nombre que se les da  a las figurillas, a estos artesanos se les conocía con el nombre de Figurari. Entre los más famosos se cuenta: Tozzi, celebre por la delicadeza que ponía en las manos de sus figurillas; Giuseppe Gori, por sus pastores y reyes exóticos y Savario por sus animales.
Muy pronto el presepio se convirtió en una genuina estampa de la vida napolitana. En él se veían representadas todas las clases sociales en miniatura. Músicos que tañían sus instrumentos, campesinos con sus mulas de carga, hombres y mujeres comiendo macarrones y salchichas.
Durante la primera mitad del siglo XVIII, la corte de Nápoles se dedicaba en tiempo de adviento, a la fabricación y decorado de los nacimientos. El Rey Carlos III se recreaba en diseñar las 1200 figurillas que componían el nacimiento de la Capilla Real; le ayudaba su esposa, la reina Amalia de Sajonia, quien recamaba en oro y plata, las vestiduras de raso y terciopelo de los pastores. Se asegura que durante dicho siglo, las iglesias de Nápoles llegaron a albergar unos 400 nacimientos. . Muchos de sus habitantes los tenían asimismo en sus hogares, incitados a ello por un famoso predicador dominico, el padre Reco, que hizo de los Presepi el tema principal de sus sermones. Algunos de estos nacimientos ocupaban habitaciones enteras, otros representan la labor de toda una vida.
Por toda Italia florecieron centros dedicados a este arte. Giovanni Matera fue el maestro indiscutible de los figurari sicilianos, sus figuras se conservan hoy en dìa en los museos. En Liguria, las figuras de Nicollo Rocatagliata estaban modeladas con tal maestría que despertaron la admiración del Tintoretto, quien se sirvió de algunas de ellas como modelos para algunos de sus lienzos. En Roma, la Iglesia de Santa María de Araceli, llamada también Ara-Coeli, o sea Altar del Cielo, es famosa por su nacimiento y por su imagen del Niño Jesús cubierta de oro y joyas, ante la cual, los niños recitan poemas y oraciones el dìa de Epifanía; según la tradición, la esculpió un franciscano del siglo XVI, en un pedazo de madera de uno de los olivos del Huerto de Getzemanì. En San Andrés del Valle, el nacimiento, sobretodo el Ábside y en la basílica de los santos Cosme y Damián, se conserva un nacimiento del siglo XVIII, de 15 metros de anchura, en el que la gruta ésta representada por columnas derruidas, idea probablemente surgida de las recientes excavaciones de Pompeya.  
En Alemania el centro de este arte fue Munich, en donde numerosos alfareros y artistas se dedicaron a elaborar infinidad de figurillas. Fue aquí en donde se produjeron nacimientos estilo barroco y rococó, aunque el arte popular se vio también reflejado en ellos. Aunque muchos nacimientos se vendieron con la disolución de las órdenes religiosas que trajo consigo la Reforma, el tradicional nacimiento siguió figurando bajo el árbol de Navidad, tanto en los hogares católicos como en los protestantes.
En España, la  tradición de la Navidad se remonta a la Edad Media, en la que todas las artes contribuían a celebrarla dignamente. La natividad del Señor, era la fuente de inspiración para villancicos y églogas, autos y misterios, pesebres y belenes. Loas nacimientos se hacían en oro, marfil, madera tallada. España produjo suntuosos belenes para las capillas reales así como sencillos pesebres que reflejaban las costumbres de su pueblo.
Con la evangelización que trajo al Nuevo Mundo la Conquista, vino también la hermosa tradición de los nacimientos. En Guatemala se manifiestan con encantadora y rustica simplicidad, el portal de Belén elaborado con morosas manos expresa mejor que ninguna otra forma artística, el profundo significado de Navidad. Vemos en ellos reflejados nuestras costumbres y manifestaciones de un pueblo que rinde tributo l recuerdo del nacimiento del Redentor.
Al evocar aquella escena, el ambiente cobra una inmensa ternura cuando los ojos contemplan en el nacimiento guatemalteco, la rosada figurita de aquel Niño Dios en humildes pañales, parece con dulce mirada.
Toda esa belleza ha sido plasmada también en  hermosos y sencillos cantos, por grandes poetas y escritores de todos los tiempos, en los llamados villancicos que recogen el sentir popular ante la evocación del Dios Niño.
Pocas son las fiestas celebradas en el mundo, que puedan comprarse en entusiasmo y regocijo con la Navidad. En efecto, ninguna tiene raíces tan profundas en el alma cristiana, al conmemorarse el nacimiento del Niño Jesús. La humanidad renueva cada año en ella, su amor al prójimo y la esperanza de una vida mejor.
Pero el autentico espíritu de Navidad, se conserva vivo en el folklore y las fiestas populares de cada Nación. Y en Guatemala la Navidad se envuelve en verdes de pacaya y aserrines coloreados... en rosarios de doradas manzanillas y pascuas de encendido color... en sones de marimba y ecos de posadas y en el dulce pesebre que en aromas de paja y de pino, engalana el seno familiar.

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