El pasado histórico y literario de un pueblo, es la piedra fundamental de donde las nuevas generaciones extraen no sólo su sabiduría, sino su identidad. Es la identidad la característica esencial para que un conglomerado social, pueda tomar con plena conciencia el nombre de Nación; por que una nación envuelve en su significado, aspiraciones, anhelos, objetivos comunes y sobre todo la conciencia de lo que se es y de donde se viene; y en la amplitud más humana del concepto de Nación, la fraternidad que resulta de un pasado común, es el vínculo mas estrecho que envuelve a un conglomerado en una permanente unión que solo puede dar como resultado: La Paz.
La dedicación, el amor al trabajo, la comprensión hacia los demás, para lograr para sí mismo el ser aceptado y comprendido dentro del propio medio, son los elementos que unidos al del amor a la Patria como sentimiento esencial, deben normar la actividad de todo ser individual. Pero esto también implica una heroica lucha que sólo el convencimiento de cumplir un deber sostiene. Una lucha que debe ser constante y noble, una lucha, no de armas ni de violencia, sino de ejemplo de perseverancia en el logreo de una Patria mejor.
En el pasado de nuestra Guatemala, brilla la luz de una casi desconocida figura, pero no por ellos menos grande y patriótica: EL POETA VILLEGAS
Era llamado así familiarmente por la sociedad guatemalteca, pero su nombre es: Simón Bergaño y Villegas. Hombre de gran magnitud como periodista, escritor y poeta fecundo. Le cabe la gloria de ser un gran precursor de la Independencia de Guatemala. Su espíritu lo sitúa en la condición exacta para desarrollar su ardiente personalidad en convicciones que expresó en los distintos tópicos que abordó.
Escuintla fue la tierra que lo vio nacer en 1781 aunque no se conoce la fecha exacta. Simón Bergaño y Villegas estaba incomprensiblemente olvidado, hasta que el escritor Ramón A. Salazar, al investigar documentos y publicaciones antiguas, encontró que el poeta Villegas había escrito en La Gazeta, periódico de aquella época, bajo el pseudónimo de Bañoger de Sagelliú, y también Gielblas. Su pensamiento toma caracteres de vanguardista del idealismo independentista, por lo que fue duramente combatido, al extremo de instruírle un proceso en su contra.
De alma inquieta pero de escasos recursos económicos, prestó servicio en la secretaría general, de la Capitanía General de Guatemala a la edad de 19 años en que complicó su vida entre las musas y el amor.
Enamorose perdidamente de Cintia, la hija del Capitán General: Don Antonio González Mollinedo y Saravia, quien al darse cuenta de ello lo destituyó de su cargo. El nombre de Cintia se tradujo en sus producciones como: Ardelia, Lisi y Elvira.
Si duermo y me alimento
apenas sé de nada;
ni veo lo que como
ni sé lo que me pasa.
Tal es mi vida, amigo,
tal es mi vida abstracta,
que ni siento, los males,
ni los bienes me halagan.
Solo si te confieso,
que mi Ardelia adorada
me saca de mí mismo
me eleva y me arrebata.
Su genio, su belleza,
es cosa que me encanta…
mas no ha querido el cielo
que pueda yo gozarla.
En muchas de sus obras, son frecuentes las referencias a su desventura y enfermedades que expresan sus sufrimientos de poeta. Fue un autodidacta que alcanzó una profunda y variada ilustración, fruto de una voluntad bien dirigida y potente virilidad de ánimo. Su biblioteca contaba con obras de Horacio, Heródoto, Virgilio, Ovidio, Cicerón y muchas más, incluyendo a los Fisiócratas. Posteriormente vino a la capital en donde tuvo relación con distinguidos personajes de la época.
Villegas fue un espíritu inquieto. Enfermo de parálisis estuvo en cama muchos años y a causa de su pierna baldada, tuvo que usar muletas siempre. Leyó con provecho a Voltaire y convertido en volteriano le vino la duda de sus mismas dudas, lo que le valió un proceso de la Inquisición, siempre repetía aquél verso de Horacio en su arte poética, que traducido en romance dice:
Solamente imitar quiero
a la piedra de afilar,
que aunque no puede cortar
hace que corte el acero.
Uno de los testigos que depuso contra él en el Santo Tribunal, Manuel Díaz, lo describe así: “Bergaño tiene 25 años, de estatura regular, barbilampiño y flaco; baldado de una pierna, empleado de la Secretaría de la Presidencia y editor de la Gazeta en Guatemala, en 1806”.
El carácter y tendencias de Bergaño y Villegas son ilustrados en el siguiente párrafo de una carta, que en calidad de editor de la Gazeta, aparece en una de ellas: “Yo nací por el querer del cielo, dotado de un espíritu naturalmente observador. No es pues de extrañar que entre los innumerables defectos que indistintamente se advierten entre los hombres de todas clases y condiciones, note algunos y procure ridiculizarlos con la facilidad que me presenta mi natural inclinación a la poesía.
Hablar en público en verso o en prosa, es un derecho común de que puede hacer uso todo el que se sienta con fuerzas para ello. En las cosas útiles, es obligación verificarlo con franqueza e ingenuidad. La licitud y provecho de la crítica o de la sátira son incuestionables cuando se contienen dentro de sus justos límites”.
Con respecto a la resignación que siempre encubrió su alma y su poesía, titulada “Utilidades de la Vida Literaria”, escribe:
No hay estación segura,
no hay hora sin ser varia,
no hay mal que no se acabe,
en esta vida amarga.
Su entereza y valor moral de que estaba poseído nos lo ponen de manifiesto las siguientes estrofas:
Ni le temo a la envidia,
ni a cuantas asechanzas
al hombre poner puede
la soberbia ignorancia.
Y aunque joven y enfermo
sin cura ni esperanza
de ver restablecida
mi juventud lozana;
No esperes que me turbe
mi suerte desgraciada,
que ni yo pienso en ella
ni es posible me abata.
El alma de Bergaño y Villegas, latía a impulsos de una pasión desconocida… si alma soñadora y sensible, se agitaba al sentir en su interior un mundo nuevo al que hasta entonces había sido indiferente: el mundo del amor. Sentado frente a la librería de su aposento situado frente al Santuario de Guadalupe, el poeta meditaba sobre su triste suerte. Amaba de todo corazón y con el ímpetu de su juventud y sabiéndose correspondido sabía también que la noble hija del Teniente General de los reales ejércitos españoles, jamás aceptaría el que un humilde criollo aspirara a la mano de ésta.
El poeta veía abrirse un gran abismo entre él y el ser amado… su amor era imposible. Se veía a sí mismo, lleno de idealidades e ilusiones, pero era pobre y no tenía más bagaje que sus manuscritos y sus libros, y más tesoro que su leal corazón.
Bergaño y Villegas como periodista, fue un espíritu combativo amante de su terruño, por causa que un periódico mexicano dijo: que Guatemala no podía compararse con México, el espíritu de Villegas se sulfuró patrióticamente y en un interesante artículo, escribió la apología sobre la literatura en Guatemala, en el cual demostró que habían hombres de un mérito sobresaliente en literatura ycita obras de ingenios guatemaltecos.
Su vigorosa pluma fue también precursora del periodismo político memorable, en el que sin disfraz se hablaba de la Independencia y de la Libertad, en una época como la de la Colonia. El constituye la figura eximia del periodismo en esa época.
En el campo de la Economía, Villegas se presenta como un innovador, como un revolucionario de ideas, en ese entonces él tuvo idealidades que hoy son una realidad. Leamos una de estas ideas vertidas en su discurso de Economía Política en que cantó las excelencias de la ciencia de Smith: “La ciencia del comerciante, dicen algunos, consiste en comprar barato y vender caro. Pero es un desatino pensar que pueda sostenerse un comercio pujante y floreciente sin algunos principios. Adelantará alguna cosa el que venda con utilidad; pero prosperará infinitamente más, aquél que conociendo lo que abunda en su país y en aquellos con quienes pueda corresponderse, sepa qué cosas son exportables e introducibles, y a donde, como y cuando las podrá exportar, introducir y vender mejor”.
Como educador y reformador, también descolló grandemente, en sus artículos sobre instrucción pública. Abogó porque los cursos universitarios se hiciesen en el idioma patrio y no en latín, que era el lenguaje utilizado en la Universidad. En el campo de la Jurisprudencia, decía que se debería formar un cuerpo completo de leyes en las que, se clasificasen las más capitales, para una mayor facilidad en el estudio de la carrera de Derecho. Pues se perdía demasiado tiempo en estudiar las de Derecho Civil de los romanos, que no era aplicable en su totalidad a la realidad guatemalteca.
He aquí una estrofa de sus conceptos sobre Educación:
Pero tratándose de educación,
de este arte grave, ésta difícil ciencia,
hay tantos que la practican,
y tan pocos que la sepan…
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Que mal, o nunca se borra
lo que en tierna edad se graba
vicio que ayer se aprendió,
sigue hoy, dura mañana.
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Instruye en buenas costumbres
al niño, que es cara blanda;
y entonces de cualquier ciencia
el ingenio es fácil tabla.
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Estas estrofas las intercala en un artículo sobre la educación, que es sumamente interesante y profundo: “La educación a imitación de las sementeras, tiene su estación oportuna, y es preciso aprovecharla, por que de lo contrario, no solo no se adelanta nada, sino que también se pierden las semillas. Un campo sin cultivo, apenas produce otra cosa que malezas. Así, el corazón humano; si no se cuida de cultivarlo en tiempo, todo se perdió, las pasiones echan en él profundas raíces, y cuesta mucho trabajo arrancarlas, si por fortuna se llega a conseguir.
El hombre es un león a quien la educación encadena, y un oso a quien la educación hace danzar. Así es que todo el bien o el mal moral de las sociedades y de las familias entre sí nacen de este principio. Por esto, la más sagrada obligación de un padre, es educar a sus hijos.
Sois responsables ante Dios y ante el mundo de los delitos que cometen vuestros hijos. Vosotros padres, que fingiendo negocios, desdeñáis el más importante a que deberías de atender, como padres y como miembros de la sociedad a la que pertenecéis…
Lo cierto es que los males que estamos sufriendo, no nace de falta de tiempo para educar a los hijos, sino de voluntad de pereza e ignorancia culpabilísima.
Habéis de procurar darles un buen ejemplo, cosa muy necesaria en la niñez, como un imperio absoluto sobre el corazón en el estado de inocencia. Al inspirarles el temor a Dios y la práctica de las virtudes, deberíais darles a entender las consecuencias del vicio, haciéndoles expresiva la pintura de ambos extremos, lees descubriría del mismo modo el cielo y el infierno…”.
También trabajó la sátira que como composición literaria, tiene por objeto pintar defectos y ridiculeces de la vida humana, o anatematizar vicios o crímenes que perturban el orden social.
Come y duerme y no se afana
por nada mi Don Crispín;
mas vale mi asno que al fin
come bien, pero lo gana…
Paseándose conmigo
un mal moro, me decía:
Por Alá te juro amigo,
que nacer en Berbería
es el más duro castigo,
pues tan solo a leer nos dan
un libro disparatado
que le llaman El Corán
y el moro más despejado
nunca sale de patán
Yo lo oigo; no maltrates
solamente tu nación
que aquí por constitución
se enseñan mil disparates.
Es lástima no poseer datos extensos de la figura de Simón Bergaño y Villegas, que lo mismo fabrica brillantes artículos como punzantes epigramas. Personalidad múltiple y complicada, que encarna el prototipo del criollo nuevo, democratizante, lleno de inquietudes y vagos anhelos, que lo hacen empujar obstáculos y allanando sendas desconocidas, que lo convirtieron en un laboratorio formidable de libertades que fermentaron años mas tarde el estallido de Independencia.
Fue una de las primeras víctimas de las ideas revolucionarias al que siguieron muchos más.
La figura de Simón Bergaño y Villegas, precursor de la Independencia de Guatemala, es grande en sus ideales, grande en su acción, grande en el exilio y grande en la posteridad, que le es deudora de un ejemplo de hombre, de patriota y de escritor…
Libre y altivo, como la tierra donde naciera, sus ideologías, sus pensamientos y sus tendencias, están trazadas en La Gazeta. Y su huella estará en cada guatemalteco conciente que no puede olvidar a éste pequeño grande hombre, que está inmerso resplandecientemente en el pasado histórico de Guatemala.
¡Patriotismo! ¡Virtud desconocida!
acaso entre la gente más lucida.
¿No me quieres dejar el alma quieta?
¿No ves que soy poeta?
Pues maldito ¿Qué quieres que yo haga?
¿He de curar con versos esta llaga?
Hemos recordado en este espacio a uno de los más grades guatemaltecos que han creído en la Libertad y en que todo esfuerzo humano, por pequeño que sea, es grande cuando se hace por amor a la Patria.
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