Escritos de Irina Polà - La Zarzuela
   
 
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La Zarzuela

La música es y ha sido siempre la sublime expresión para todo sentimiento humano… el sonido armonioso expresa vivamente el amor, la pasión sublime, la verde naturaleza, y los humanos avatares de la vida, que envueltos en notas musicales so convierten en refugio de belleza armoniosa. En la música se expresa también el sentir colectivo de un pueblo, y el vivo colorido del paisaje que envuelve el cálido sentir de comunidad. En ella se propicia la espiritualidad necesaria para disfrutar de la paz, en un mundo lleno de convulsiones, en donde la expresión individual del alma emana en poderoso caudal de sensaciones de envolvente frescura…

En la Zarzuela  aparece viva el alma popular… las fiestas de los pueblos, el folklore, la producción artesanal de España.  Por definición es la Zarzuela una obra dramática y musical, en la que alternan constantemente los fragmentos declamados y cantados. Es un género escénico con música, que lleva impreso el peculiar sello que le imprime la tradición española. El catalán José Ixart dice al respecto: “La tradición escénica española, se distingue por el predominio del verso sobre la prosa; de los caracteres de una sola pieza sobre los complejos y matizados; de las pasiones arrebatadas e intransigentes, sobre los sentimientos modernos atenuados y tolerantes; de las situaciones teatrales y violentas, sobre las verosímiles y nuevas”.

El predominio del verso sobre la prosa, determinó que desde los tiempos de Calderón de la Barca, no se adoptase el recitativo impuesto por la escuela operística italiana, y siguiese alternando las partes declamadas con las cantadas, utilizando estas últimas, para aquellos pasajes en que la pasión se impusiese sobre el desarrollo del argumento.

Existieron controversias sobre si la Zarzuela viene a ser o no ser una ópera española, por que la realidad es que la ópera española no existe, ni ha existido nunca.

Italia, Francia y Alemania, cuentan con una verdadera ópera nacional, sencillamente por que estos tres países han pasado por todas las escalas de evolución de la ópera, desde el momento de su nacimiento en el seno de la Camerata Florentina, hasta la reforma de Glück, la eclosión del Romanticismo y la revolución wagneriana.

En España nunca hubo nada de esto. Unos decían que tendría que ser una composición cantada en castellano, otros pensaban que con que el argumento fuera español era suficiente, pero Felipe Pedrell dijo: “Una música verdaderamente nacional, no se reduce únicamente a la canción popular, sino que también ha de estar presente en el período de producción artística; en una tradición constante, en el carácter persistente y general de todas las manifestaciones artísticas de manera homogénea; en el uso de determinadas formas, nativas, adecuadas al genio de la raza, a su temperamento, a sus costumbres por una fuerza fatal”.

Pero la realidad es que la Zarzuela encontró su virtud, en recoger toda una serie de elementos populares, ritmos como; el bolero, la jota, el tango, las seguidillas, las rondeñas, las peteneras, etc.

Para Vals Goreña, la Zarzuela representa: “Es en muchos aspectos lo que ahora llamamos; canción protesta. A través de ella podríamos hacer una pequeña crónica, del pensamiento político no oficial del instante, ya que era un medio de expresar actitudes que hoy denominamos; de oposición”.

La reacción popular contra el italianismo que introdujo el orden monárquico, a partir de Fernando VI, gestada a lo largo de varios decenios, cristalizo en el género llamado Zarzuela.

En los teatros de Zarzuela, con escasas variantes, suben a las tablas personajes populares que caricaturizan a una nobleza decadente, que utilizaban palabras extranjeras o parodian óperas italianas. Jamás asoma a la tabla Zarzuelera, la aristocracia de oropel propia de la opereta vienesa, ni los decorados a base de castillos y palacios de cartón piedra de esta recreación. El escenario de Zarzuela es la calle, y sus protagonistas la gente que deambula por ella. El valor literario de estas creaciones es nulo, pero musicalmente responden a un estilo castizo, ligero, gracioso y que por su simplicidad llega directamente y si complicaciones a la entraña del pueblo, su público idóneo.

Los antecedentes de la Zarzuela, pueden resumirse a la característica de específicamente español, independientemente de si es género o no. El esquema básico de “sucesión de parlantes y piezas cantadas”, guardaba ya desde sus inicios en el Siglo XVII, numerosas analogías formales con productos anteriores como el Singspiel en Alemania, la ópera cómica francesa, o el Broken consorte en las comedias de Shakespeare. De igual manera Pedro Calderón de la Barca, utilizó un método similar en las representaciones de sus obras, y por ello es considerado como el auténtico precursor de la Zarzuela en España.

Durante el reinado de Felipe II, la austeridad más monacal impera en la corte. Su sucesor, Felipe III, 1598-1621, parece mucho más proclive a la celebración de fiestas, partidas de caza y espectáculos escénicos, y será su hijo Felipe IV, 1621-1665, quien demuestre el aprovechamiento de las buenas enseñanzas de su progenitor en lo tocante a las diversiones palaciegas. A lo largo de su reinado, tiene lugar el nacimiento de la ópera italiana, pero pese a la protección y fomento del género por parte de las autoridades españolas en Italia, la nueva modalidad no penetra en la península.

Al parecer ello se debió, al absoluto caos financiero imperante en la corte castellana, que hizo que empresarios y cantantes, no se atrevieran a realizar unas giras que pudiesen traerles un desastre económico todavía mayor, que el que padecían sus supuestos mecenas. Sin embargo, sus ecos triunfales se conocen en España, y es Calderón de la Barca el primero en recoger el guante.

Suele citarse el edificio de la Zarzuela, construido en el palacete del Pardo a instancias del Infante Dn. Fernando, para pernoctar durante sus jornadas de caza, como fuente etimológica del vocablo Zarzuela.

Dicho lugar se hallaba enclavado en un bosque lleno de zarzales, y cuando el monarca ocupo el recinto, al partir a Flandes su antiguo inquilino, le utilizó como escenario natural, para que los cómicos madrileños representasen obras en dos actos, con abundantes piezas cantadas. No obstante, resulta obvio que la Zarzuela no nace por generación espontánea. A lo largo del siglo anterior, el público español, tanto popular como cortesano, había demostrado su preferencia por textos dramáticos con inclusión de fragmentos musicales, que recibían el nombre de loas, églogas, misterios o autos sacramentales, en los que tan fecundo fuera Don Pedro Calderón de la Barca.

La Selva sin Amor, obra de Lope de Vega a la que en 1629 puso música un compositor anónimo, era por ejemplo, una égloga. En 1648, Calderón escribe una obra; El Jardín de Falerina, y a instancias del rey, suprime una e sus tres partes y da especial realce a la música.

La reducción de textos dictada por la realeza, obedece al deseo de aumentar la cantidad y variedad de espectáculos por velada. Juan Risco, autor de algunas Zarzuelas, compone todas ellas debido a la pluma de Calderón, en colaboración con Juan de Hidalgo, arpista de la real capilla en los 1600.

En lo referente a la temática predominante, y al ser la aristocracia la principal degustadora de estas arcaicas y todavía no demasiado definidas Zarzuelas, abundan las tramad de altos valores al uso de la época, mitos y leyendas de la antigüedad, gestas heroicas o epopeyas históricas, etc.

La música es esencialmente monódica, sin más adorno armónico que el bajo continuo; las melodías de desarrollo lento y monótono, puesto que no se conocían aún las arias ni su trashunto hispánico, la romanza. Al no existir influencia directa de la ópera italiana, compositores como Juan Hidalgo, basaban sus temas en romances populares, o armonías de la tradición religiosa o el canto llano.

Don Ramón de la Cruz, es el considerado como un auténtico renovador de la Zarzuela en 1731. En 1849, se considera como el año clave para los que podríamos llamar el Renacimiento de la Zarzuela, cuando se estrena: Colegialas y Soldados de Rafael Hernando. Y es entonces que la Zarzuela se asienta como Género. A partir de ello, se suceden compositores como Jerónimo Jiménez en su Trafalgar; La Boda de Luis Alonso y otras.

Y llegamos al compositor Tomás Bretón, cuya obra maestra: La Verbena de la Paloma, basta para consagrarlo como uno de los más grandes músicos españoles. Esta Zarzuela es considerada como la más representativa del género, en la que música y letra ensamblan perfectamente. El hecho de que Bretón realizara esta obra en solo 19 días, dice mucho de su genio musical. Le suceden autores como Chapi, y su Tambor de Granaderos, entre un sinfín de composiciones, y Chueca, Federico Chueca, es llevado en hombros hasta su casa, la noche del estreno de Agua, azucarillo y aguardientes y la Revoltosa.

Así pues, la Zarzuela se constituyó como la expresión real de un pueblo, con la impaciencia de un público que fue determinante para su desarrollo en su período clásico, la zarzuela tiene su escenario en la Corte, y por público la aristocracia. Más tarde, su público es la pequeña burguesía y el pueblo llano, que busca un solaz o un mero pasatiempo, embellecido por la música…

Hemos hecho un breve recorrido por la historia de la Zarzuela, legítima expresión de un pueblo, que se desarrolla al calor de las vivencias fraternales de una sociedad que siente, actúa y piensa de la misma forma, en el ideal de una identidad.

 
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