Escritos de Irina Polà - Rafael Carrera
   
 
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La lucha incansable de Rafael Carrera

La historia de la Patria es fértil en ejemplos de heroísmo y de luchas por la libertad, La forma en que nuestros antepasados defendieron los valores que entrañan el amor a la Patria Guatemala, es un ejemplo que todo guatemalteco debe considerar. Si bien la Independencia no requirió de la sangre de los patriotas para consumarse, el mantener en alto los ideales proclamados por esta, constituyó una constante y permanente lucha, en la que la vida de muchos grandes hombres fue inmolada. El desconocimiento de las situaciones históricas que se dieron en nuestra Nación, resta en gran parte la conciencia de guatemaltecos que debemos mantener. Es por ello que el saber los hechos que protagonizaron nuestros antepasados, va a afirmar en nuestros corazones la grandeza de una Patria que debemos conocer.

Rafael Carrera, nació un 25 de octubre de 1814 en la aldea: Lo de Rodríguez, lugar situado delante de la Parroquia Vieja, a eso de la hora del toque de la oración. Fue bautizado al día siguiente de su nacimiento, en la Iglesia de Candelaria, por el Padre Antonio Crocker quien ignoraba que el pequeño niño a quien rociaba con el agua bautismal, había de ser con el tiempo, no sólo un defensor de la religión, sino el fundador de la República de Guatemala y su Presidente. El futuro caudillo era hijo de Simón Carrera y de Juana Turcios, pareja de campesinos de un carácter sumamente respetuoso de la religión.

Sus nombres de pila fueron José Rafael, pero con el correr del tiempo, el caudillo se quitó el José, por lo que es conocido solamente por el nombre de Rafael.

Sus primeros años de lucha por la vida, le dedicaron a peón en la misma tierra donde nació, pero con el correr de los años, pasó su mocedad en el barrio del Martinico, en una callejuela situada al norte del Cerro del Carmen. Por este tiempo gobernaba este reino Don José Bustamante y Guerra, y ya empezaban a gestarse los movimientos políticos que trajeron como resultado, la Independencia de Guatemala.

Su temperamento inquieto lo empujó a abandonar los suburbios de la capital, y rondando de trabajo en trabajo, llegó a Mataquescuintla en donde entró al servicio del Padre Aqueche y en donde también se casó con Doña Petrona Álvarez. A estas alturas, el futuro General Carrera aún no sabía leer ni escribir. Su hermano Sotero Carrera, había hecho grandes esfuerzos porque su inquieto hermano Rafael, lo ayudase y aprendiese el oficio de talabartero.

La negativa del inquieto muchacho a trabajar en tal oficio, fue la puerta que había de conducirlo al camino de su gloria.

Mucho se ha dicho en pro y en contra de Carrera, pero lo que sí no puede negarse, es la lucha constante y valiente, que mantuvo durante toda su vida, por su Patria y por su Religión.

Situémonos en el año de 1830, cuando los escrutinios de votos para presidente de la República se encontraron divididos entre el General Francisco Morazán y el Lic. José Cecilio del Valle. El congreso declaró electo al Gral. Francisco Morazán por haber obtenido la mayoría legal de votos, y como vicepresidente al ciudadano salvadoreño: Mariano Prado. En Guatemala hubo también remoción de autoridades, cuando la Asamblea del Estado eligió al Dr. Mariano Gálvez, cuya administración está por demás de decir que fue beneficiosa para Guatemala.

Cuando el Presidente Morazán tuvo conocimiento que el Jefe del Salvador, José María Cornejo se proponía cambiar las cosas con el apoyo del partido Conservador, se trasladó a Santa Ana, de donde salió, autorizado por el Congreso, a someter por medio de las armas al Jefe Cornejo.

Al frente de suficientes tropas y auxiliado por los gobiernos de Guatemala y Nicaragua, marchó a San Salvador, derrotó a Cornejo y lo remitió junto a sus oficiales a Guatemala, para ser juzgados. Mientras tanto el expresidentes Manuel José Arca, invadió la República de Guatemala, por el lado de Soconusco, pero fue derrotado completamente en la población de Escuintla, por el coronel Nicolás Raoul. Arce se dirigió entonces a Honduras, en donde los traidores a la patria, Domínguez y Guzmán, habían enherbolado la bandera de España en el Fuerte de Omoa.

Morazán envió a Honduras, al Coronel Torrelonge, quien se apoderó del Fuerte de Omoa, fusilando al rebelde Ramón Guzmán y posteriormente al Coronel Domínguez.  Fue esta una época de prueba para el sistema de gobierno Federativo. Estando por terminar el período administrativo del Gral. Morazán, se observó que los pueblos se habían inclinado para elevar a la magistratura al Lic. José Cecilio del Valle, pero debido a su muerte, Morazán fue reelecto para el período que se iniciaría en Febrero de 1835.

La defensa del sistema federal, era la preocupación política predominante por ese entonces, para que estallara la Revolución, situación agravada por el aparecimiento del Cólera Morbus en la población. Mientras tanto la insurrección de Oriente, empezaba a tomar caracteres de suma importancia, mal recibidas por parte del Liberalismo guatemalteco.

Todo auguraba que se iba a desencadenar una guerra civil y el derrumbe del Partido Liberal. Pero lo más grave del asunto fue que se puso al frente de las partidas sublevadas ante los conflictos de carácter constitucional, un joven campesino de 26 años, quien se mostró defensor de la voluntad de su pueblo, en contra de las actitudes tomadas por el partido liberal. Aquel joven destinado a mantener una fuerte influencia en la vida política del país, por mucho tiempo, se llamaba Rafael Carrera. Este comenzó por asaltar las poblaciones cercanas, evitando encuentros con las tropas regulares del gobierno. Poco a poco, sus filas fueron creciendo atraídas por su causa, y que tomaron la plaza de Jalapa en 1837. el crecimiento de la facción estaba ya tomando proporciones alarmantes.

Todos los esfuerzos hechos por el Dr. Gálvez par contener los progresos de la revolución, se habían frustrado, y ya se aproximaban las tropas de Carrera a la capital. El Dr. Gálvez, al ver esto, dictó algunas disposiciones de defensa y envió una comisión a los sublevados, para concertar algún arreglo; pero como Carrera le exigiera la separación del poder y Gálvez no accedió, la lucha se hizo inevitable.

En la mañana del 30 de Enero, atacaron la ciudad 800 antigueños por el lado del Calvario, sin haber logrado tomar sus fortificaciones. Se presentó entonces Carrera con su gente, y logró apoderarse de la plaza, pereciendo en este ataque el entonces vicepresidente de la República; José Gregorio Salazar.

Mariano Gálvez, al verse perdido, resignó el mando en Don Pedro José Valenzuela.

Valenzuela al ver que Carrera no cejaba en su lucha, se dirigió al presidente Morazán en demanda de auxilio. Este comisionó a Burrundia, Zeceña y Castilla para que procuraran entenderse con el jefe rebelde; tentativa que resultó inútil, por lo que Morazán mismo, asumió el mando de las tropas del Estado, y empezó las operaciones militares contra Carrera.

Mientras tanto, el Señor Valenzuela dimitió el poder en el consejero de Estado Mariano Rivas. Todo esto sucedió en ausencia de Morazán, quien había salido para El Salvador en donde era urgente su presencia.

El jefe rebelde se apoderó de Jalapa y derrotó en Petapa a las tropas enviadas en su persecución, con lo que pudo aproximarse a la capital del Estado, llegando a Villanueva el día 6 de Septiembre.

En Octubre, volvió el General Morazán a Guatemala, atenazado por Carrera que también había invadido el Estado del Salvador, y recogiendo botín en Santa Ana y Ahuachapán, había vuelto a Chiquimula, en donde se refugió en las montañas de Rinconcito, Depuso las armas el 25 de Diciembre y se sometió a las autoridades del Estado, que lo mantuvo en el empleo de Comandante de el distrito Mita. Este empleo fue producto de un convenio entre Morazán y Carrera, con el que Morazán creyó concluir la insurrección de Carrera.

La convulsión centroamericana no había parado allí. El pacto Federal de las cinco Repúblicas no se consolidaba.

El partido Conservador, que conspiraba contra Carlos Salazar, Jefe de Estado por aquel entonces, recibió con placer la noticia de que el Comandante de Mita, Rafael Carrera se había sublevado otra vez en Mataquescuintla, contra el gobierno constituido, y marchaba nuevamente sobre la ciudad de Guatemala.

Carrera logró ocupar el Abril siguiente la ciudad, y colocó en la jefatura del Estado de Guatemala a Rivera Paz, quien como uno de sus primeros actos declaró por decreto, que el Estado de Guatemala reasumía su independencia absoluta.

Mientras tanto, el Dr. Mariano Gálvez, José Francisco Barrundia y otros liberales, se habían refugiado en el Estado de los Altos, o sea Quetzaltenango, y empezaron a atacar por la prensa, los desmanes del gobierno de los Altos, y exigió la entrega de algunas armas que le habían sido decomisadas a Carrera en el Rinconcito. Como aquel gobierno se negase a satisfacer tales exigencias, la guerra entre ambos se hizo inevitable. Resuelta la invasión a los Altos, Rivera Paz organizó el ataque en dos columnas; una al mando de Carrera para invadirlo por Sololá, y la otra al mando del General Doroteo Monterroso, para invadirlo por la costa.

Carrera derrotó a los quezaltecos a la altura de Sololá, y entró triunfante en Quetzaltenango, en donde redujo a prisión a los miembros del gobierno de los Altos, y reincorporó aquel Estado a Guatemala.

Entre tanto, en El Salvador se había removido de nuevo a las autoridades y la Asamblea declaró nuevamente electo a Francisco Morazán. Los gobiernos de Honduras, Nicaragua y Guatemala, alarmados por la presencia de Morazán que para entonces ya tenía menos simpatías, provocaron de nuevo la guerra.

De nuevo Centroamérica se vio convulsionada por las guerras y revueltas que provocaron los connatos de independencia entro los cinco países.

En Guatemala, el gobierno de Rivera Paz, se plegaba con facilidad a las exigencias de Carrera, el cual continuaba provocando pendencias con el vecino Estado. Morazán creyó entonces oportuno hacer la guerra al gobierno de Rivera Paz, a quien consideraba como un obstáculo para sus planes. Con tal objeto y una columna de 1,400 hombres invadió Guatemala en Marzo de 1840. Rivera Paz llamó a los guatemaltecos a las armas y se preparó para la defensa, para lo cual El General Carrera se situó en Aceituno, mientras Morazán ocupaba el Corral de la Piedra y Fraijanes en avanzada hacia la capital. Las fuerzas defensoras de esta se encontraban al mando del General Vicente Cruz. Morazán atacó la ciudad por la Garita de Buena Vista y rodeó el llano de San Juan de Dios, al occidente de la ciudad. Y mientras durante los encuentros Morazán perdía gran cantidad de hombres, Carrera los aumentaba por los que se le unían continuamente.

Morazán se vio obligado a abandonar la plaza de Guatemala, y por la calle que va al templo de Guadalupe, enfiló hacia el camino de la Antigua. Con la huída de Morazán, Carrera quedaba dueño de la ciudad.

Un escritor de la época refiere: “Las calles estaban llenas de la gente de Carrera, todos lucían ramas verdes en los sombreros, armados con mosquetes oxidados, viejas pistolas, escopetas y hasta palos. Todos entraban a la plaza Gritando: Viva la Religión. El mismo Carrera, atónito ante tal muchedumbre que él mismo había puesto en movimiento, se encontraba tan embarazado que le costaba guiar su caballo. A la hora de la oración, todo el mundo entonó la salve o himno de la Virgen. Carrera entró en la Catedral seguido de un tropel de indígenas, que colocaron en derredor del altar mayor, las toscas imágenes de los santos de sus pueblos. Pidió la deposición del Dr. Gálvez y todo el dinero y armas que el gobierno tuviese bajo su control. Los sacerdotes eran los únicos que tenían alguna influencia sobre él”.

Mucho se ha dicho sobre los hechos que se sucedieron entonces, y la dificultar extrema de aplacar a los indígenas en su desborde de atacar las casas de los pobladores de la ciudad. Pero lo que sí es cierto, es que los sacerdotes corrían de una calle a otra, con los crucifijos en alto, tratando de apaciguar a los indígenas, y se sabe también que lo consiguieron.

La tercera vez que Carrera tomó la ciudad de Guatemala, su furia fue tremenda. Carrera sentía un odio atroz por cualquier extranjero, principalmente si eran salvadoreños. Cuando se supo en el Convento de la Concepción que la plaza había sido tomada, aparecieron todos los nobles en las calles, se abrazaban y daban gracias al Señor San José. Casualmente era aquel día, 19 de Marzo. Mientras tanto Morazán escapaba con sus principales jefes. Tiempo después, Morazán era fusilado en Costa Rica. Barrundia refiere así los últimos momentos de Morazán: “Mandó a preparar las armas; se descubrió; mandó a apuntar, corrigió la puntería dio la voz d fuego y cayó. Aún levantó la cabeza sangrienta y dijo: Estoy vivo. Una nueva descarga lo hizo expirar”.

La historia en ningún momento puede juzgar las actitudes o hechos de los hombres, pero sí cumple con su función de relatar los hechos como han sido, sin embargo, nosotros podemos presumir que Morazán al igual que Rafael Carrera, lucharon por lo que creían y en aras de ello forjaron la historia.

Sin embargo los acontecimientos no pararon allí, se sucedieron hechos importantes para Guatemala como pérdida de Soconusco, y la invasión del Gral. Carrera al Salvador con el propósito de derrocar al Jefe de Estado; Francisco Malespín. Carrera pues, no cejaba en la lucha por hacer de Guatemala una verdadera República.

Pero leamos un relato que hace de Carrera un escritor: “Suenan las once; las últimas aldeas del distrito han enviado ya su contingente y el mercado de Guatemala presenta un aspecto animado. De repente la guardia toca llamada, un hombre de mediana estatura, todavía joven de cabellos negros y atezado rostro, atraviesa los arcos que conducen a Palacio de Gobierno. Es el Presidente Carrera, ese indio temible, que ha derrocado el prestigio de la autoridad española y que hoy día personifica, la fuerza material del Estado. El presidente marcha silenciosamente, con la cabeza inclinada, los ojos fijos en el suelo; apenas i se digna a contestar el saludo que le dirige un transeúnte…

Carrera no es un hombre ordinario; su fortuna lo prueba de manera evidente; sin ninguna experiencia política, sin instrucción, sin otro guía que su instinto, ha sabido mantenerse en el puesto que ha conquistado con su espada. Por mucho tiempo rehusó la presidencia, alegando su carencia de instrucción, y la incompatibilidad de sus hábitos con la dignidad que querían revestirle. Hombre de mediana estatura, en el que predomina la sangre indígena; este origen se hace patente por el color de su piel, la escasez de su barba, y la oblicuidad de sus ojos que habitualmente mantiene bajos.

Nadie le puede negar cierta generosidad, y menos que una vez dueño de la situación, ha usado el poder con moderación…”.

Su más grande hazaña: haber declarado al Estado de Guatemala, una República Soberana, ante los demás pueblos y naciones. Otorgándole un cuerpo representativo popular constituyente, poder emanado del pueblo de Guatemala, cuyos altos derechos no pueden negarse, un gobierno de leyes fundado en el derecho inalienable de los ciudadanos, a garantizar su vida y sus bienes.

Garantiza también para Guatemala, una Independencia absoluta ordenando los poderes públicos bajo las bases de: Libertad y Derechos para todos los guatemaltecos. Decreto que fue emitido el 14 de septiembre de 1848.

Hemos recordado en este espacio a un controvertido hombre, que figuró en nuestra historia como un gran caudillo y como el Fundador de la República de Guatemala. El General Rafael Carrera.

Si la constitución de Guatemala como República, tuvo en su camino el sacrificio de muchas vidas, es obligación de las nuevas generaciones, conservar a costa de cualquier sacrificio, esos valores que sostienen una República, y que en aras de una Libertad, todos trabajemos para hacer de nuestra Patria una Guatemala mejor…

 

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