Prometeo Encadenado
El dolor lleva consigo la fuerza del conocimiento... esa enorme fuerza que hace invencible el espìritu del ser humano... pero ese conocimiento que nace del dolor mismo, acerca el mismo hacia el preciado don que constitituye la Libertad. Las opresoras cadenas de los sentidos que atan las alas del alma, se rompen en mis pedazos, cuando la sabidurìa se impone como una luz que ilumina todo el entendimiento y abre paso a la razòn que se convierte en rectora de la actitud humana por excelncia.
He aquí el secreto de la felicidad… de esa felicidad que se anhela constantemente y que perseguimos los humanos, muchas veces sin saber que está en nuestras manos el conseguirla, porque en nosotros está el romper esas cadenas que nos mantienen atados a los mil naturales conflictos que nos atormentan constantemente…
Esquilo ha puesto en Prometeo, La Tragedia del Genio. Los sufrimientos y faltas de Prometeo, tienen su origen en él mismo, en su naturaleza y en sus acciones: “Voluntariamente, sí, voluntariamente he faltado, no lo niego. Ayudando a los otros he creado mi tormento…”.
Prometeo pertenece a un tipo distinto completamente de las otras tragedias que se conocen. Su tragedia no es personal en el sentido de lo individual, es simplemente la tragedia de la creación espiritual. Prometeo Encadenado es el libre fruto del alma de poeta de Esquilo.
Para Hesiodo fue simplemente el malhechor castigado por robar el fuego sagrado de Zeus. La Mitología nos cuenta así la Historia: “Prometeo modeló un hombre con barro de la tierra, y la Diosa Atenea, encontró su obra tan encomiable, que le ofreció su ayuda para perfeccionarla. Prometeo le rogó que lo llevara al Olimpo, con el objeto de ver él mismo, qué cosa sería mas conveniente agregarle a su hombre de barro. Atenea obsequió sus deseos y Prometeo se dio cuenta en el Olimpo, que había en todos los dioses una especie de fulgor. Supuso que sería el fuego divino, y entonces tomó su cañuela, fue sigilosamente hasta el Sol y robó un poco de fuego. Con él regresó a la tierra y lo insufló en su muñeco de barro”.
Adquirió entonces el hombre, merced al fuego divino, La fuerza del león, la ferocidad del tigre, la astucia del zorro, la timidez de la liebre, la vanidad del pavo real, y muchas otras cualidades zoológicas. Pero Zeus se había dado cuenta, y quitó el fuego divino a la ralea humana. Prometeo volvió a robarlo con el auxilio de Atenea. Entonces Zeus ordenó a Hefaistosy a Hermes, que auxiliados por la Violencia y la Fuerza, buscaran a Prometeo, y lo sujetaran con cadenas de hierro y clavos de diamante, a una de las rocas del Cáucaso. Allí un buitre habría de devorarle las entrañas durante treinta mil años, renaciendo durante la noche, lo que el buitre devoraba de el durante el día.
Así fue hecho, pero apenas habían pasado treinta años, cuando Heracles mató al buitre con sus flechas, y liberó a Prometeo. Pra entonces ya se había amortiguado la indignación de Zeus y consintió en que Prometeo naviera libre, pero a condición de que llevara una sortija de hierro, con un trozo de roca del Cáucaso, para que simbólicamente siguiera atado a ella. Esta es la interesante historia en la que Esquilo recreó su sentir e inspiración de poeta, para elaborar la gran tragedia de Prometeo Encadenado.
En el hecho del robo del fuego, descubrió Esquilo el germen de un símbolo humano imperecedero: Prometeo es el que trae la luz a la humanidad doliente.
El fuego divino se convierte en la fuerza divina de la cultura.
En el Prometeo, el dolor se convierte en el signo específico del género humano. Este dios encadenado en la roca para escarnio de sus acciones, encarna para Esquilo el signo de la Humanidad, compartiendo con ella y multiplicando sus dolores en su propia agonía. Es increíble hasta que punto llegó Esquilo en la plena conciencia del simbolismo que encarna Prometeo.
La personalidad individual, característica de las figuras míticas de la Tragedia Griega, y que la hacen aparecer como situaciones que los hombres han vivido, casi no se percibe en Prometeo, porque Prometeo es el símbolo del dolor humano…
Leamos el lamento terrible y poderoso de Prometeo, en el inicio de la Tragedia de Esquilo… “¡Oh divino éter y alígeras auras!... Vedme cual padezco, dios como soy, por obra de dioses… Contemplad cargado de que oprobios lucharé por espacio de años infinitos. Tal infame cadena tuvo para mi el nuevo rey de los felices. ¡Ay! Que lamento el mal presente y también el futuro… ¿Cuándo asomará el término de mis penas?... Más ¿Qué digo? Cuánto ha de suceder, bien lo sé de antemano, ningún mal inesperado me avendrá. Forzoso me es llevar mi destino lo mejor que pueda, con quien conoce que el rigor del Hado en invencible.
Tomé en hueca caña furtiva chispa, madre del fuego, lúcido maestro de toda industria, comodidad grande para los hombres; y de ésta suerte pago la pena de mis delitos, puesto al raso y en prisiones… ¡Ay de mí! Mirando encadenado, dios infeliz, enemigo de Zeus por mi extremado amor a los mortales…”.
Aunque Esquilo lo ha tomado ante todo como una figura dramática, la concepción fundamental del robo del fuego lleva consigo una idea filosófica de tal profundidad y grandiosidad humana, que el espíritu humano no la podrá agotar jamás. Estaba reservado al genio griego la creación de éste doloroso símbolo de heroísmo militante de toda creación humana, como la mas alta expresión de la tragedia de su propia naturaleza.
No en vano ha sido Prometeo la pieza preferida de los poetas y del/los filósofos de todos los pueblos, entre las obras de la tragedia griega.
Y lo seguirá siendo, en tanto que una sola chispa de fuego prometeico arda en el espíritu humano: “Cómodo es a quien tiene el pie fuera de males, dar consejos y advertencias al que los pasa. De voluntad erré, de voluntad, no lo niego. Favoreciendo a los mortales me buscaba trabajos, mas no podía imaginarme que con tal suplicio me había de consumir en esta altiva roca, teniendo por morada el solitario yermo de este monte… Pero, no lloréis mis malos presentes. Echad pie a tierra, y escuchad las desdichas que me amenazan… Venid, venid en lo que os pido, doleos ahora con quien se duele; que el infortunio vagando en torno a nuestro, ahora se acerca a uno, ahora a otro”.
Cuando Zeus se dio cuenta del robo del fuego sagrado, ordenó a Hefaistos que formara una mujer con lodo de la tierra, y que le diera una caja en la que estuvieran encerrados todos los males, y que la mandara a Prometeo, pero Prometeo inteligentemente desconfiado, no aceptó mujer ni cajita, por lo que Zeus irritado aun más, lo condenó al suplicio del que hablamos. Esta es la terrible Pandora, la de la cajita, con la que algunas versiones cuentan, que Prometeo tuvo amores, después que esta habíase casado con Epimeteo. Estas suposiciones no han sido confirmadas aún.
En la tragedia de Prometeo Encadenado, Esquilo coloca junto a Prometeo a la bella Io. Cuenta e mito que Io era hija de Inaco é Ismene, y que fue tan bella que Zeus se enamoró de ella. Para que Hera, su esposa, no se diera cuenta, Zeus se ocultó en un espesa nube y en ella llegó hasta donde estaba Io, y tuvo amores con ella. Pero no logró despistar a la celosa Hera, quien salió furiosa del Olimpo, con intenciones de castigar a Io. Entonces Zeus para librar a su amante, la transformó en ternera y la confió a Argos para que la custodiara. Argos la amarró a un olivo, y entonces Zeus ordenó a Hermes que robara a la ternera, y Hermes, el dios de los comerciantes, se presentó disfrazado de pastor, lo adormeció con el sonido de su flauta, y robó a la ternera.
Pero Hera lo supo, y mandó aun Tábano para que picara y persiguiera a la desventurada Io. Esta atormentada perseguida llegó hasta la orilla del mar Jónico, que luego cuando fue divinizada, tomó su nombre: Io-Ionico-Jónico. Por último, Zeus le devolvió su forma humana. Esquilo se refiere a la persecución de la que es objeto por el Tábano.
Io se dirige a Prometeo en estos términos:
-¡Oh tú que te mostraste auxilio común de los hombres, mísero Prometeo, ¿Por qué razón padeces esos ultrajes?
-Poco ha que acababa su relación lastimosa…
-Así pues, ¿no me concederás a mi también la gracia?
-Dí cuál es la que pides; que no habrá cosa que yo no te diga.
-Dime, quién te encadenó a ese risco
-El decreto de Zeus y la mano de Hefaistos
-Mas ¿Por qué delitos estás cumpliendo esa pena?
-Tan solo con lo que te he indicado basta
-Muéstrame al menos siquiera, cuando llegará el término del errante correr de esta sin ventura.
-Mejor que saberlo, te es ignorarlo
-No, no me ocultes lo que aún tengo que padecer,
-Pero no te envidio el presente
-En fin, ¿Por qué tardas en decírmelo todo?
-No es mala voluntad por mi parte, sino que temo herirte el corazón.
-No mires por mi más de lo que yo quisiera.
-¿Lo quieres? Fuerza será hablar. Escucha pues…
-Es dulce empleo plañir y llorar nuestras desdichas, allí donde hemos de arrancar lágrimas de quien escucha
-¡Cual me aflige contar de donde vinieron, sobre esta desdichada, esa tempestad que desató la mano de los dioses, y la horrenda transformación de mi rostro!... De continuo revoloteaban los sueños durante la noche en mi virginal retiro, y me decían con blandas razones. ¡Oh felicísima doncella, ¿A qué tanto guardar tu doncellez, cuando te es dado conseguir la mejor de las bodas?
-Zeus arde por ti herido, del dardo del deseo, contigo quiere partir los placeres de Cypris. Ea, no vayas tú a desdeñar el lecho del padre de los dioses. Marcha al fértil prado de Lerna, junto a los rebaños y establos de tu padre, y calma el deseo de los divinos ojos…
De esta forma Io narra a Prometeo el inicio de su desgracia, y a su vez, Prometeo vaticina a Io, lo que aún tiene que padecer. El coro pregunta a Prometeo, si aún queda algún mal para anunciarle a Io, Prometeo responde:
-Sí, un mar desencadenado de crueles dolores.
-¡A qué es ya vivir! ¿Y al punto me arrojaré de esta escarpada roca, de modo que me estrelle contra el suelo, y descanse de todas mis penas?
Mejor es morir de una vez, que padecer malamente por todos los días de la vida.
-Mal podrías tu llevar mis trabajos. ¡A mi el Destino no me deja morir! Siquiera la muerte sería el fin de mis sufrimientos; mas ahora no hay término a mis males mientras Zeus no caiga de la tiranía.
-Pues, ¿Acaso es posible que Zeus caiga jamás del imperio?
-Paréceme que te alegrarías de ver ese desastre.
-Y cómo no, yo que tan miserablemente estoy padeciendo por su causa?
Prometeo cuenta después a Io, el curso que el destino ha deparado a su vida, y vaticina también que va a ser liberado de sus tormentos.
La grandeza permanente de esta creación de Esquilo, no se hall en los misterios teogónicos, sino en la osadía espiritual heroica de Prometeo, cuyo momento más fecundo se halla en el Prometeo Encadenado, pues el Prometeo Liberado, aunque completa la imagen de esta tragedia, no se puede conocer pues la segunda parte de esta tragedia, se halla perdida.
No es posible decir si el Zeus del mito, que aparece en el drama que se posee, como un déspota vidente, se transforma allí en el Zeus de fe de Esquilo, que ensalzan las plegarias de su tragedia Agamenón y también la de las Suplicantes, como la eterna sabiduría y justicia.
Es posible que la falta de Prometeo, no consista en el robo del fuego, considerado como un delito contra la propiedad de los dioses, sino que de acuerdo con el sentido espiritual y simbólico que tiene este hecho para Esquilo, debe hallarse una relación con alguna trágica y profunda imperfección del beneficio que ha prestado a la humanidad con su maravilloso don.
De cualquier manera, la ilustración de todos los tiempos, ha soñado con la victoria del conocimiento y el arte, contra las fuerzas internas y externas, enemigas del hombre. “Ya las palabras son obras, la tierra se agita, y el echo del trueno ruge en sus hondas entrañas, y las inflamadas vueltas del rayo fulguran en el aire; y el polvo se levanta en revuelto torbellino; y los ímpetus del viento se desatan; y el mar y el aire se encuentran y se confunde. Contra mí a no dudar, y de parte de Zeus, viene esta furia poniendo espanto. ¡Oh deidad venerada de mi madre! ¡Oh éter, que hacer girar la luz común para todos, viéndome estáis, cuán sin justicia padezco!”.
Esquilo ensalza al héroe y los beneficios que aportó a la humanidad, participando con su ayuda a su esfuerzo para pasar de la oscuridad ala luz, mediante el progreso y la civilización.
Prometeo se ha separado de sus hermanos, los Titanes, ha visto que su causa es desesperada, porque sólo reconocen la fuerza bruta; y Prometeo sabe que sólo el ingenio espiritual, es capaz de gobernar al mundo.
Es por ello que por su desmedido amor a la humanidad, ha robado el fuego divino, porque quiere levantarla… alejarla de su dolor… Y por ello ha desafiado a Zeus, el soberano del mundo…
Desde entonces, Prometeo ha sido el ejemplo y la inspiración de los grandes poetas, porque ha conseguido creas un nuevo símbolo de la validez eterna y universal, porque mientras arda en un solo hombre el espíritu de Prometeo, la unión entre los hombres mediante el amor será cada vez más una cercana realidad.
“Me estremezco al verte desgarrado por mil tormentos. Sin temblar ante Zeus, te esfuerzas con toda tu alma al servicio de la humanidad. ¡Oh Prometeo! Habla… ¿Dónde está tu defensa?... ¿Dónde la clemencia de los mortales?... ¿Haz visto la raquítica y fantasmagórica clemencia de los mortales que mantiene encadenado al ciego linaje humano?... Así he aprendido a reconocer tu destino aniquilador ¡Oh Prometeo!...”
Y con estas palabras que Esquilo pone en boca del Coro, en su tragedia Prometeo Encadenado, concluimos un breve recorrido, por la más alta inspiración humana que conlleva una gran verdad, “Sólo el amor entre hermanos puede unirnos, no importa el sacrificio que ello represente”