Escritos de Irina Polà - Emilio
   
 
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Emilio

El principio de la sabiduría, emana del saber oír; oír la palabra de aquellos hombres que en el anhelo de construir una mejor sociedad, han dedicado la vida a profundizar en la naturaleza humana… Oír y practicar es la clave, oír y practicar esas maravillosas enseñanzas que brotan como torrente de savia vivificante, es el principio de la sabiduría…

Grandes cosas lleva consigo la palabra bien dicha… la actitud honesta… y el buen comportamiento, pero esto responde a una formación cuidadosa y a un íntimo deseo de superación.

Sociedades de paz… he aquí la máxima aspiración de las almas nobles… una paz que sólo puede nacer del ser humano y del cultivo de las virtudes, y el combate de las ambiciones y los vicios y esto solo se logra con esa llave preciosa que se llama Educación…

EMILIO es el nombre de una de las más grandes obras del filósofo ginebrino; Jean Jacques Rousseau… En su conocida filosofía, parte Rousseau de la premisa que el hombre es bueno por naturaleza, y en la cual funda su pensamiento.

Muchos has sido los que han sustentado sus argumentos en la filosofía roussoniana, por su tremenda lógica y por los aciertos que pueden lograrse, poniendo en práctica algunos de sus argumentos. Su énfasis en la educación desde la primera edad, nos deja sobradas razones para confirmar que es la Educación, la base para todo funcionamiento. Abramos pues, nuestro entendimiento a esas sabias palabras: “A las plantas las endereza el cultivo, y a los hombres la educación. Si naciera el hombre ya grande y robusto, de nada le servirían sus fuerzas y estatura hasta que aprendiera a valerse de ellas, y le serían perniciosas porque retraerían a los demás de asistirle. Abandonado entonces a sí propio, se moriría de necesidad, antes de que conocieran los otros su miseria. Nos quejamos del estado de la infancia, y no miramos que hubiera perecido el linaje humano si el hombre hubiera principiado por ser adulto. Débiles nacemos y necesitamos fuerzas; desprovistos nacemos de todo, y necesitamos asistencia; nacemos estúpidos y necesitamos de inteligencia. Todo cuanto nos falta al nacer y cuanto necesitamos siendo adultos, se lo debemos a la educación…”.

Para Rousseau, la educación primera es la más importante, es ésta sin objeción alguna, compete a las mujeres, porque si el Autor de la naturaleza hubiera querido dársela a los hombres, les hubiera dado leche para criar a los niños. Afirma que en los tratados de educación se ha de hablar especialmente con las mujeres, puesto que ellas pueden celarla desde más cerca.

Si se hallare un hijo, de mal tan natural que falte el respeto a su madre, a la que le trajo en su vientre, lo crió a sus pechos y por espacio de muchos años se olvidó de si propia, para no pensar más que en él, fuerza sofocar a este desventurado, como a un monstruo que no merece ver la luz del día.

Sin madre no hay hijo; las obligaciones de ambos son mutuas y así se desempeñan. El niño debe amar a su madre antes que sepa que debe amarla. Si esto no sucede, nos apartamos de la naturaleza. Por tanto, si se vigila su conservación, es decir esa reciprocidad de madre é hijo, se habrá empezado bien. Rousseau es clarísimo cuando afirma que sólo existe una alternativa para el niño: obedece las leyes que se le dictan o nos veremos forzados a obedecer las que ellos imponen.

¡Si se quiere que el niño conserve su forma original, conservarla desde el punto en que viene al mundo. Apoderáos de él así que nazca y no le solteís hasta que sea hombre; sin eso nunca lograreís nada. Así como es la madre la verdadera nodriza, el verdadero preceptor es el padre. Póngase ambos de acuerdo, tanto en el orden de las funciones, como en su sistema, y pase el niño de unas manos a las del otro. Más bien lo educará un padre juicioso que cualquier otra persona, porque mejor suple el celo al talento, que el talento al celo…”.

No hay porqué admirarse de que un hombre cuya mujer no se ha dignado criar a sus pechos el fruto de su unión, se desdeñe de educarle. No hay pintura que mas embelese que la de la familia; pero un solo rasgo mal trazado, desfigura todos los demás.

“Si a la madre le falta voluntad para ser nodriza, al padre le sobrarán asuntos para ser preceptor. Dispersados entonces los hijos en conventos, pensiones y colegio, pondrán en otra parte el cariño de la casa paterna y volverán a ella con el hábito de no tener apego de nada”.

Prosigue sabiamente Rousseau: “Cuando un padre engendra y mantiene a sus hijos, no hace mas que el tercio de sus funciones. Debe a su especie hombres; debe a la sociedad hombres sociables, y debe ciudadanos al Estado. Todo hombre que puede satisfacer esta triple deuda y no lo hace, es culpable y más culpable acaso cuando la paga a media. Ningún derecho tiene para ser padre quien no puede desempeñar las funciones de tal. No hay pobreza, trabajos ni respetos humanos, que le dispensen de mantener a sus hijos y educarlos por sí mismo. A cualquiera que tenga entrañas y desatienda tan sacrosantos deberes, le pronostico que derramará largo tiempo amargas lágrimas sobre su yerro, y que nunca encontrará consuelo…”.

Pero ¿qué hace ese rico, ese padre de familia, tan atareado y precisado según dice, para dejar abandonados a sus hijos?

“Paga a otro para que desempeñe afanes que le son gravosos. ¡Pecho Venal!

¿Crees que con dinero dás a tu hijo otro padre?... Pues te engañas, que ni siquiera le das un maestro, ése es un sirviente y presto formará otro como él… Me preguntarás… ¿Pues quién ha de educar a mi hijo?... Ya te lo he dicho; tú propio. Para formar un hombre, es necesario ó ser padre, o más que hombre… Esta función no la confiéis a un asalariado.

¿Cómo es posible que un niño sea bien educado por uno que lo fue mal?

No es dable hallar ese raro mortal…”.

Si meditemos estas razones, encontraremos las consideraciones de Rousseau aplastantemente verídicas. Prosigue Rousseau: “Uno, de quien no sé más que su jerarquía, me propuso que educara a su hijo. Sin duda fue mucha honra para mí; pero lejos de quejarse de mi negativa, debe alabar mi prudencia. Si hubiera admitido mi oferta y errado en mi método, la educación habría resultado mala; al acertar con él sería peor; su hijo hubiera renegado del título de príncipe.

Estoy convencido de lo grandes que son las obligaciones de un preceptor, y conozco tanto mi incapacidad, que nunca admitiré semejante cargo, y hasta el interés de la amistad fuera para mí nuevo motivo de negarme a él”.

El Emilio de Rousseau, es pródigo en provechosas enseñanzas para la guía de lo que considera indispensable para el desarrollo de un ser humano, un ser cuando haya crecido y se convierta en un hombre, puede ser productivo y positivo para su sociedad.

Ahora bien, Rousseau también analizó la convivencia social. Analizó esta situación de tal forma, que su pensamiento ha sido inspirador de las nuevas formas políticas contemporáneas.

A Rousseau que piensa dentro de una realidad histórica concreta, le inquietó la desigualdad civil y política que observaba, y que considera es un producto de la civilización y de la que, según el ginebrino, nacieron la envidia, la sospecha, el miedo, la frialdad, el odio y el fraude.

Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la fuerza común, la persona y los bienes de cada miembro de la sociedad, y por lo cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como nació. Tal es el  problema fundamental que plantea en su obra: El Contrato Social. Rousseau define la esencia de la vida democrática como un juego de derechos y obligaciones. El contrayente del pacto social es un ciudadano, porque participa de la autoridad, y súbdito porque está obligado a acatar la ley.

“Por el pacto social hemos dado existencia y vida al cuerpo político; trátase ahora de darle movimiento y voluntad por medio de la ley; pues el acto primitivo por el cual este cuerpo se forma y se une, no determina nada de lo que debe hacer para asegurar su conservación.

Lo que es bueno y conforme al orden, lo es por la naturaleza de las cosas, é independientemente de las convenciones humanas. Toda justicia procede de Dios. El es su única  fuente; pero si nosotros supiéramos recibirla de tan alto, no tendríamos necesidad ni de gobierno ni leyes. Sin duda existe una justicia universal emanada de la razón, pero ésta, para ser admitida entre nosotros, debe ser recíproca. Es preciso pues, convenciones y leyes que unan y relacionen los derechos y los deberes y encaminen las justicia hacia sus fines”.

Puede darse el caso de que la obediencia a las leyes cause, al parecer, prejuicio al interés particular; mas ente es el tributo que todo súbdito paga para tener derecho de ser ciudadano, este derecho conlleva obligaciones necesarias para la convivencia social.

“Entiendo pues, por República, todo Estado regido por leyes, bajo cualquiera que sea la forma de administración, porque solo así gobierna el interés público, y la cosa pública tiene un significado. Todo gobierno legítimo es republicano. Las leyes son la condición de la asociación civil. El pueblo, sumiso a las leyes, debe ser su autor; corresponde únicamente a los que se asocian arreglar las condiciones de la sociedad”.

A Rousseau le preocupó el hecho mismo de la civilización, tiene la idea de que ésta es la causa de todos los males de la humanidad; argumenta que el hombre es susceptible a la Riqueza, al Honor y al Poder, es a causa de esto que surgen los males, y éstas cosas son producto de la civilización. Rousseau dice que el hombre es bueno por naturaleza, pero que el contacto con los anteriores elementos, lo vuelve viciado.

“El lujo es un remedio mucho peor que el mal que pretende curar, o sea la pobreza… es más bien el peor de los males que pueden sobrevenir a cualquiera nación grande o pequeña, pues para sostener o alimentar turbas de servidores y de miserables por él creados, abruma y arruina al labrador y al ciudadano, a semejanza de esos ardientes vientos del Mediodía que, cubriendo la hierba y la verdura de voraces insectos, arrebatan la subsistencia a animales útiles y llevan el hambre y la muerte a todos los sitios en donde su presencia se hace sentir. El lujo precipita las causas sensibles de todas las miserias a que la opulencia arrastra, y precipita el fin de las naciones, aún de las más sólidas…”.

Ahora bien, Rousseau coincide con todos los pensadores políticos, excepto las doctrinas posteriores a él, que no reconocen el valor individual, que el principio de toda superación humana y por lo tanto, de toda superación social. Coloca el principio de todo lo positivo, en el valor moral del individuo.

“El más útil y el menos avanzado de todos los conocimientos humanos, es el relacionado con el hombre, y me atrevo a decir que la sola inscripción del templo de Delfos, contenía un precepto más importante y más difícil, que todos los contenidos en los grandes volúmenes de los moralistas…”.

Para una mayor comprensión de este razonamiento, hemos de aclarar que la inscripción colocada en el templo de Apolo en Delfos, era Soprosyne, es decir: Conócete a ti mismo, principio de toda sabiduría… Pero Prosigue Rousseau: “Porque, ¿Cómo conocer la fuente de la desigualdad entre los hombres, si antes no se les conoce a ellos?... y ¿Cómo llegará el hombre a contemplarse tal cual lo ha formado la naturaleza, a través de todos los cambios que la sucesión del tiempo y de las cosas ha debido producir en su complexión original, y a distinguir entre los que forma su propia constitución y lo que las circunstancias y su progreso han añadido o cambiado de su estado primitivo?”.

Está claro que si no se conoce al hombre, no se pueden conocer sus manifestaciones. Por otra parte, los vicios y las debilidades, están en el hombre mismo. Al conocernos éste, puede dominar estas pasiones que degradan y degeneran la actitud humana. El profundizar en la esencia humana es el único medio para vencer una serie de dificultades, que nos impiden adquirir el conocimiento de las bases reales sobre las cuales descansa la sociedad humana…

“La ignorancia de la naturaleza del hombre, es la que arroja tanta incertidumbre y oscuridad sobre la verdadera definición del derecho natural; pues la idea del Derecho, dice Burlamaqui, y sobre todo la del derecho natural son ideas relativas a la naturaleza del hombre. Es pues de la naturaleza misma, de su constitución y de su estado, de donde deben deducirse los principios del Derecho y de la Ley

Es imposible, por otro parte, comprender la ley natural y por consecuencia obedecerla, sin ser un gran razonador y un profundo metafísico, lo que significa precisamente que los hombre han decidido emplear para el establecimiento de la sociedad, luces y conocimientos que sólo se desarrollan a fuerza de trabajo y en muy reducido número de talentos, en el seno de la sociedad misma”.

Rousseau acertadamente expresa la calidad del legislador o sea del que emanan las leyes, y lo sitúa en un marco de conocimientos, muy elevados por sobre el común de las otras personas de la sociedad. Y es que legislar entraña no sólo un gran conocimiento, sino una responsabilidad y dedicación, que sólo se encuentra en aquellos que están muy por encima de los simples fines políticos o de lucro, que caracterizan al que es incapaz de emitir una sola ley, que como tal, debe ser justa y aplicable…

“Pero, entretanto no conozcamos al hombre primitivo, es inútil que queramos determinar la ley que ha recibido o la que conviene a su constitución. Todo lo que podemos ver claramente con respeto a ésta ley, es que para lo que sea, es necesario no solamente que la voluntad de quien la cumple sea consultada, sino que es preciso aún, para que sea natural que hable directamente por boca de la naturaleza…”.

Pero, ¿qué es Ley Natural?... Es el orden regular y constante por medio del cual Dios rige el Universo, si carácter es eterno é inmutable. De allí que cuando se legisla o se crea una ley, ésta debe ser apegada a esta ley natural, porque a la naturaleza no se la puede contradecir porque provoca destrucción o muerte.

“De esta suerte no se está obligado a hacer del ser humano cualquier cosa, antes que ser un hombre, sus deberes para con sí mismo y con los demás no le son dictados por la tardía sabiduría. Es el estudio del hombre en su estado primitivo de sus verdaderas necesidades y de los principios fundamentales de sus deberes, lo que hace del ser humano un verdadero hombre…”.

De hecho, sin un estudio serio del hombre de sus facultades naturales y de sus desarrollos sucesivos, no se llegará jamás a dilucidar lo que es obra de la voluntad divina, de lo que el arte humano ha pretendido hacer…

De allí que volvamos a la sentencia apolínea de Conócete a ti mismo, que es la única solución viable, para remediar los males que carcomen a nuestras sociedades, que han pretendido ignorar, la naturaleza del individuo, su superación y sobre todo su condición de hombre libre…

ROUSSEUA tiene a su favor, el mérito indiscutible de haber planteado el problema social en términos verdaderamente originales, y si bien, algunos de sus planteamientos ha contribuido al florecimiento de algunas doctrinas modernas, como el socialismo y el comunismo, también el Liberalismo y la democracia, encuentran en él, múltiples progresos.

Pero en general, los postulados fundamentales roussonianos, de alguna manera contribuyen a la superación individual, eje y motor de toda sociedad.

Así se explica la acción de éste hombre en es epopeya que se llama; La Revolución Francesa…

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