Escritos de Irina Polà - Virgen del Rosario
   
 
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Octubre y el mes del Rosario en Guatemala

El sentir religioso de un pueblo se manifiesta en la creencia de un principio y un final de la vida, ajenos al hombre… en una justicia suprema y definitiva, sin error posible… es también una obligación de conciencia y el fiel cumplimiento de un deber.

Gran importancia posee la Religión, para el desarrollo y la vida de los pueblos ya que la ausencia de esta, sume a las personas en un total desviamiento moral de nefastas consecuencias para la vida en sociedad. Antaño las sociedades fueron mucho más concientes al respecto pues, el temor de Dios impele a los hombres y sobre todo a la juventud, a la observancia de los valores morales y éticos tan necesarios para la superación individual dentro de su medio social…

De allí que el culto religioso se vea tan unido a la vida de las naciones, conformando lo que se conoce como Tradición Religiosa…

“Me llamarán bienaventurada todas las generaciones…”. Estas palabras han resonado siempre por los cuatro costados de la Patria… Guatemala de la Asunción reconoce en ellas al sólo oírlas, la voz divina de María, la madre de Jesucristo. Palabras que nos regalan un espacio de tiempo en que podemos descansar tranquilos en la presencia de Dios. OCTUBRE Y EL MES DEL ROSARIO EN GUATEMALA.

Miles de católicos devotos de la Virgen del Rosario, celebran con regocijo el amanecer del primer día de Octubre… mucho antes de perfilarse el sol tras las montañas del valle de Guatemala de la Asunción, largas colas de fieles encaminan sus pasos hacia la Parroquia de Santo Domingo, para iniciar las celebraciones del mes del Rosario en Guatemala…

En el atrio de la señorial y antiquísima Parroquia se puede observar las tradicionales ventas de chuchitos, buñuelos, torrejas, garnachas, papalinas, delicioso atol de elote, dulces de Amatitlán, que en improvisadas ventas cubiertas de nylon, se instalan entre la doce y trece avenida, y décima y once calles de la zona 1.

Nos encontramos entre la multitud de ventas, casi a empujones y por vericuetos que las consabidas champas han dejado libres a manera de calles, logramos llegar por fin a la puerta lateral de la Iglesia  casi sin saber como lo hicimos, y al cruzar hacia la derecha o izquierda de la nave a la cual ingresaremos, se puede observar la imponente nave central, en cuyo fondo destaca una bellísima imagen: Nuestra Señora del Rosario, digna muestra del maravilloso arte guatemalteco de la época colonial.

Fue el padre Fray Lope de Montoya, nacido en 1534, quien mandó a hacerla, motivado por la generosidad de los fieles y el entusiasmo que existía por el rezo del santo Rosario.

Al respecto nos cuenta Remesal: “Dicha imagen tiene dos varas de alto. Es la mejor imagen que existe en las Indias en el año de gracia de 1619”.

Por otra parte, Fuentes y Guzmán nos dice: “Es sumamente devota y bella… que muda su rozagante y encendido color, en gualda palidez en ocasión de necesidad y conflicto popular…

Lleva en sus brazos un niño, como de un mes, dormido, con movimiento  tan vivo y malagueño, que enamora el infantito Rey las almas más ingratas”.

El padre Fray Felipe Cadena, la llama: “La peregrina y famosa imagen de la Emperatriz del Cielo, María… que juntando todos los aciertos del arte y la escultura… es dulce hechizo de las almas… pasmo de las hermosuras y copia viva de su original…”.

No se conocen los nombres de los artistas que fabricaron esta hermosa imagen, ni se puede precisar el año en que fue hecha. Únicamente se sabe que ya estaba terminada para el mes de diciembre de 1592, porque en esa fecha, el padre Montoya, viéndola terminada, viajó a Chiapas donde acabó sus días en el mes de Marzo del año siguiente. Y de entonces acá, esta bellísima imagen ha acompañado a los guatemaltecos, recordándoles dulce y permanentemente, que la Madre del Cielo no abandona jamás a sus hijos.

Ahora bien, el sentido litúrgico y tradicional a esta imagen de la madre de Cristo es verdaderamente muy hermoso. Se puede observar a miles de fieles, hombres y mujeres, que con sus rosarios rezan los padrenuestros y avemarías, rememorando la vida, pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. La devoción al Rosario, es muy popular; los padres dominicos se han encargado de propagarla, porque la misma Virgen  María, pidió a Santo Domingo de Guzmán su propagación,  todos conocemos que este santo fue el fundador de la orden de los dominicos, La Santa Señora concede numerosas gracias a quien lo reza, pues lo que agrada a la Madre de Dios, es complacencia de su Hijo.

Para propagación del Rosario, los dominicos fundaron desde el 10 de noviembre de 1959 en Guatemala de la Asunción, la Cofradía del Santo Rosario, ala que han pertenecido millones de cristianos desde altas personalidades, hasta los más humildes católicos.

La Cofradía del Rosario y la Asociación del Rosario Perpetuo, son quizá las asociaciones más antiguas y permanentes que existen en Guatemala, los dominicos fundaron esta asociación en Guatemala, en año 1561, un día 12 de Febrero, después de la celebración de un jubileo extraordinario, que el Santo Padre autorizó a petición del rey de España.

El Rosario perpetuo consiste en el rezo de este, durante una hora cada mes. Es decir: miles de católicos de todo el mundo, todos los días y a cada hora, desgranan las aves Marías del Rosario en oración permanente, pidiendo por sus necesidades, las de la Patria y las del mundo, porque la oración del católico es universal.

Otro dato curioso de la Imagen de la Virgen del Rosario de la Iglesia de Santo Domingo, es que está hecha de plata. El modelo para hacer la imagen, fue una virgen que tuvo la primera Cofradía del Rosario. En tiempos del Padre Remesal la llamaban La Virgen de la Antigua, y después, La Dómina, porque estaba a la entrada del noviciado dominico y a su alrededor, se juntaba diariamente la comunidad para rezar. Un escrito nos cuenta: “La Dómina se arruinó con el terremoto de Santa Marta en 1773, cuando la Iglesia de Santo Domingo se destruyó en la Antigua. Cuando se trasladó la capital de Guatemala al Valle de la Ermita, los padres dominicos construyeron el Templo de Santo Domingo, hoy Basílica del Rosario, y colocaron la imagen de la Virgen en un camerino en el altar mayor. Los padres dominicos, no conocen la fecha exacta que se trasladó la imagen a la nueva Guatemala, ni por qué razón estuvo depositada por algún tiempo en casa del siniestro de la Real Hacienda, Francisco de Naxera, en la entonces 6ª. Avenida Sur, número seis, donde estuvo mucho tiempo. No fue sino hasta el cinco de Noviembre de 1808, treinta y dos años después del traslado de la capital, que la hermosa imagen se llevó a su templo en procesión solemnísima, que salió de Santo Domingo para recoger la imagen de la casa del ministro. Los Padres dominicos, han cuidado desde entonces con gran esmero la preciosa imagen por la devoción que se le tiene y por su gran valor artístico.

Once veces ha salido en procesión desde su traída a la nueva capital. La primera en 1908 cuando se cumplió el primer centenario del Templo de Santo Domingo. Y en 1984, la onceava vez, cuando en el mes de Enero, se conmemoró el cincuentenario de su coronación pontificia”.

Además se conmemoraron la clausura del año jubilar, dos mil años del nacimiento de la Virgen María. Los 250 años de haberse establecido el Jubileo circular en Guatemala, y el año de la restauración de la provincia de San Vicente Ferrer en Centroamérica.

Se dice que el Santo Rosario, es el evangelio abreviado. Esta afirmación es hecha por el magisterio Pontificio. Los pontífices lo han recomendado reiteradamente. Juan Pablo II, dijo en 1978: “El Rosario es mi oración predilecta. ¡Oración maravillosa en su sencillez y en su profundidad!”.

El rezo del Santo Rosario, nació cuando la mayoría de los cristianos era analfabeta, y la Biblia no era accesible a todo el pueblo, entonces se le llamó el breviario de los fieles, y fue desarrollado en una progresión de quince misterios, para facilitar la oración o la meditación de quienes no podían leer la Santa Escritura. Es la oración que trata de la admirable presencia de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia.

El Rosario es la respuesta del hombre a la palabra de Dios. Es meditación sobre su misterio, su infinita misericordia y su amor por la humanidad. Cuando lo rezamos, recordamos en cada misterio, los momentos en que Dios obra la salvación, los gozos, las glorias y el dolor de su pasión y muerte.

Como dice Juan Pablo II: Los misterios del Rosario, nos ponen en comunicación viva con Jesús, a través del corazón de su Madre.

Nadie duda que el Santo Rosario obre un gran bien espiritual cuando se reza. Esta devoción, pareciendo que se centra en la Virgen María, no hace vivir de lleno la vida de Jesucristo, ya que los quince misterios nos recuerdan los más relevantes hechos de la vida del Redentor.

Recordemos el capítulo primero del Evangelio según San Lucas: “A los seis meses, Dios mandó al ángel Gabriel aun pueblo de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una mujer virgen llamada María, que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró al lugar donde ella estaba y le dijo: Te saludo, favorecida de Dios, ¡El Señor está contigo!... María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Vas a quedar encinta; tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será llamado Hijo del Altísimo, y Dios el Señor lo hará rey como a su antepasado David, para que reine por siempre en la Nación de Israel.  María contestó: Hágase en mi según su palabra, yo soy la esclava del Señor…Que Dios haga conmigo como me has dicho…”.

De lo anterior se desprende la devoción a la Virgen y en especial el rezo del Santo Rosario. En el fondo ha sido porque el culto a María lleva rectamente a los pies de Cristo.

Ahora bien, en la era cristiana, cuando Cristo dio a la ley un sentido exacto, más realista y más humano, sin que se pretendiera ser idólatras, se empezaron a usar pinturas, mas bien sencillos dibujos para recordar los misterios del Rosario. El más conocido símbolo que usaron los primeros cristianos, fue el de la figura de un pez. Según se cree porque las letras de la palabra griega Ijtus, que quiere decir pez, formaban el anagrama: Iesus Jristo Theou Uios soter, que se traduce en Jesús el Ungido Hijo de Dios Salvador, la persona de Jesús Hijo de Dios, es sin duda alguna el centro del culto cristiano. Pero, alrededor suyo, los primeros cristianos consideraron como dignos de respeto y amor, a las personas que estuvieron cerca de Jesús, es decir: María y los Apóstoles.

Añadieron posteriormente a quienes su vida por testimoniar su fe los mártires en Roma. No es pues extraño, que, extendiéndose el cristianismo por los lugares en donde la pintura y la escultura eran un arte, se pusieran estas al servicio de la religión. Los católicos conocemos perfectamente que el único Santo es Dios, los que llamamos santos son sus servidores, ejemplo que la Iglesia nos pone de lo que puede la gracia de Dios en los hombres. Jamás se ha adorado a los Santos como dioses.

La primera en la lista, por su fe, por su disponibilidad, por su pureza y por su humildad es sin duda alguna, la Madre de Dios. Necesario es leer las Santas Escrituras en Mateo 12, 46…13, 55, que se han tergiversado en el afán de desvirtuar la santidad y pureza de María la Virgen; cuando en la segunda Epístola de San Pedro, se lee claramente lo siguiente: “Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia, porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios”.

De allí que cuando en el Libro de Hechos de los Apóstoles se lee: en el 1-14: “Y todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu…, en compañía de algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús”.

Nos confirma la situación de María Santísima dentro de la Iglesia.

La virginidad de María, es una verdad de nuestra fe, verdad que fue defendida magníficamente por San Ildefonso de Toledo, confirmada por los concilios, enseñada por los papas y recordada en el Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI.

Nuestra Guatemala, con su espíritu especial posee una gran particularidad: la de llamar familiarmente a María, como La Virgen. Asunto que llamó la atención a su Santidad Juan Pablo II, al reconocer en esta forma de trato hacia la Madre de Dios, una profunda convicción del pueblo guatemalteco, en la pureza de María. Recordemos la sabiduría de aquel dicho que dice: Vox Populi, Vox Dei; es decir: La voz del pueblo es la vos de Dios.

Así pues, Octubre se cierne sobre el cielo guatemalteco… el pueblo creyente se aglomera frente a la Basílica del Rosario; allí el pueblo confundido en fraternidad cristiana, fusiona religión y Tradición, ante aquella bella y plateada imagen de la Virgen del Rosario…

Es de lo más consolador para el cristiano, volver y revolver la idea de que Dios está siempre con Guatemala… siempre cercano y entre nosotros mismos, en su presencia y en la de su Madre… Este Octubre sopla vigoroso el espíritu de Dios, iluminando nuestro interior en la esperanza de que El estará siempre, mostrando a los hombres el camino de la Salvación.

La fe juega un papel decisivo en el encuentro con Dios, y  Guatemala tiene fe, lo demuestra constantemente en el recto camino cristiano, la bendición de Dios para su nación…

Nuestra juventud arrastrada en todas direcciones por la confusión, encontraría en la festividad del Rosario, el apoyo para vivir un más alto ideal de dignidad y de pureza, que lógicamente llevaría alas futuras generaciones, a una vida mejor.

Ojala que los padres de familia tomen conciencia de esta gran verdad, para poder guiar a sus hijos en el camino que Guatemala verdaderamente necesita… para recuperar los antiguos y eternos valores que toda sociedad necesita, para lograr la paz y la solución a los problemas que actualmente enfrentamos.

Que nuestra manifestación religiosa no sea sólo proyectada dentro de la Iglesia, sino que la familia que es la que cimienta el patrón de conducta y de sentimientos que debe prevalecer.

Nos hemos detenido en  la hermosa tradición del Mes del Rosario en Guatemala, y en la Basílica del Rosario; con el afán de transmitir a las juventudes actuales, los inmensos valores ancestrales, de lo que todo guatemalteco debe conocer.

 

Señora de América, Virgen pobre y sencilla,

Madre amable y bondadosa,

tú que eres motivo de esperanza y de consuelo,

ven con nosotros a caminar,

para que juntos alcancemos la libertad verdadera,

en el Espíritu Santo que te cubrió con su sombra;

en Cristo que nació de tus entrañas maternas,

en el Padre que te amó y te eligió,

Como primicia de la nueva humanidad…

 

Y así, con este poema de Juan Pablo II, concluimos.

 

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