Escritos de Irina Polà - Juan Rulfo y el Cuento
   
 
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El cuento hispanoamericano y Juan Rulfo

Cuando de las profundidades del ser humano, brota su más amplio sentir en efluvio de palabras que se deslizan suavemente por la blanca superficie de un papel; el eco que provocan esas frases, resuena en nuestras conciencias, para empaparnos de una realidad circundante y veraz… una realidad hasta antes desconocida, que nos coloca de pronto en la veracidad de la vida misma con todos sus matices, con todas sus proyecciones… con todas su humanidad y con todos los avatares y luchas en las que el ser humano agosta su vida… esa vida que va hilvanando una tras otra, las cuentas invertebradas del caminar obligado de todos los que habitamos en el mundo… Y allí es donde se manifiesta la creación literaria, que hace imperecederas las situaciones humanas…EL CUENTO HISPANOAMERICANO

Ante la poquísima producción novelística del modernismo, aparece el Cuento como género narrativo de gran difusión. La mayor parte de los poetas del movimiento modernista, se interesan por la creación de relatos breves, cuya temática cosmopolita o fantástica, se contraponía al cuadro costumbrista y al cuento del realismo social. En su intento por destacar una nueva sensibilidad artística y crear mundos imaginarios é irreales, el cuento modernista, sustituye la realidad cotidiana y abunda en ambientes parisienes. Ese exotismo que al principio es puramente espacial o geográfico, se complementa con las lecturas de Edgar Allan Poe, Guy de Maupassant y Wells.

En sus características esenciales, el Cuento puede ser definido como: “Una narración de corta duración, que trata de un solo asunto y que, con un número limitado de personajes, es capaz de crear una situación condensada y cerrada”.

Así, la estructura del Cuento, está depositada sobre un soporte narrativo  directo, en donde lo más importante es la anécdota; en contraposición con la novela, en la cual predominan los caracteres individuales y los personajes. Otra de las cualidades que caracterizan este tipo de narración, es su unidad. La calidad del cuento no depende del tema, sino del tratamiento eficaz que se haga de las posibilidades limitadas, en las cuales debe moverse el escritor.

El cuento como género literario, aparece en Hispanoamérica desprendido de cuadros costumbristas, relatos, fábulas y leyendas, cuyos orígenes se remontan a la Literatura precolombina, recogida de la Tradición oral por los cronistas de Indias. Los primeros cuentos fueron escritos durante el Romanticismo, y al igual que la novela romántica, tienen un carácter documental y costumbrista, rasgo generalizador que atraviesa toda la Literatura del Siglo XIX, desde el Realismo al Naturalismo…

El cuento Romántico, se desarrolla sobre una trama sentimental, en la cual priva lo subjetivo del narrador, quien utiliza la primera persona, para introducir al lector en la emoción que transmite.

El Cuento Realista, sustituye el tono de la exaltación del romanticismo, por otros más objetivos y ceñido a la verosimilitud de los hechos narrados desde el exterior. Se acercan al costumbrismo regional en tipos y caracteres populares.

El Cuento Modernista frente a los temas sentimentales del romanticismo, a los temas localizados del realismo y los derivados de casos científicos del naturalismo, aporta temas exóticos, cosmopolitas y fantásticos.

El cuento Naturalista, incorpora a su temática, los casos clínicos derivados de las leyes de la herencia, y también los climas de trabajo que someten al individuo en anomalías de las cuales no puede escapar.

El cuento Regionalista. En el Siglo XX el cuento modernista, evoluciona hacia el criollismo y el realismo. Después de Horacio Quiroga, surge la narrativa hispanoamericana un amplio campo temático ubicado en la confrontación de Hombre-Naturaleza.

El Cuento Vanguardista parte de los elementos realistas, ubicados en escenarios nacionales, pero sobre la apariencia del criollismo, el narrador somete al lector a una prueba de participación efectiva y directa en mundos ficticios e imaginarios. Tal es el caso de Julio Cortázar, Juan Rulfo o Augusto Roa Bastos.

La madurez del cuento Hispanoamericano en el Siglo XX, se advierte por la independencia del género sobre otros tipos de creación literaria, y por la calidad con que los escritores adecuan las posibilidades técnicas de la narrativa contemporánea a personajes y ambientes latinoamericanos.

Sus autores mas representativos han sido: Horacio Quiroga, uruguayo, Jose Luis Borges y:

JUAN RULFO

Nace en Jalisco en 1918, queda huérfano a la edad de 8 años y se educa en un orfanatorio donde tiene experiencias que van a influir en su vida posterior. Sus obras: Llano en llamas y Pedro Páramo, reflejan claramente el momento de ser del hombre mejicano de las áreas rurales…

“Acuérdate de Urbano Gómez, hijo de Don Urbano, nieto de Dimas, aquél que dirigía pastorales y que murió recitando el “Rezonga ángel maldito”, cuando la época de la influencia. De esto ya años, quizá quince. Pero te debes acordar de él. Acuérdate que le decíamos El Abuelo, por aquello de que su otro hijo, Fidencio Gómez, tenía dos hijas muy juguetonas: una prieta y chaparrita, que por mal nombre le decían Arremangada, y la otra era rete alta y que tenía los ojos zarcos y que hasta se decía que ni era suya y que por más señas estaba enferma del hipo. Acuérdate del relajo que armaba cuando estábamos en misa y que a la mera hora de la elevación soltaba su ataque de hipo, que parecía como si estuviera riendo y llorando a la vez, hasta que la sacaban fuera y le daban tantita agua con azúcar y entonces se calmaba. Esa acabó casándose con Lucio Chico, dueño de la mezcalera que antes fue de Librado, río arriba, por donde está el molino de linaza de los Teódulos”.

El costumbrismo y el naturalismo se presentan bajo otra faz mas subjetiva que los universaliza y permite identificar a éstos personajes, con la angustia del hombre contemporáneo…

“Acuérdate que a su madre le decían La berenjena, por que siempre andaba metida en líos y de cada lío salía con un muchacho. Se dice que tuvo su dinerito, pero se le acabó en los entierros, por que todos los hijos se le morían de recién nacidos y siempre les mandaba a cantar alabanzas, llevándolos al panteón entre músicas y coros de monaguillos que cantaban hosannas y glorias, y la canción esa de: “Ahí te mando Señor, otro angelito”. De eso se quedó pobre, por que le resultaba caro cada funeral, por eso de las candelas que les daba a los invitados del velorio. Sólo le vivieron dos, el Urbano y la Natalia, que ya nacieron pobres y a los que ella no vio crecer, por que se murió el del último parto que tuvo, ya de grande, pegada a los cincuenta años…”.

La muerte, la  violencia, la venganza, el sentido de la culpabilidad y el fatalismo, van surgiendo de pueblos fantasmas o personajes ya muertos que escuchan solamente su propia conciencia individual…

“Ya debes haber conocido, pues era re alegadora y cada rato andaba en pleito con las marchantas de la plaza del mercado, por que le querían dar muy caro los jitomates, pegaba de gritos y decía que le andaban robando. Después, ya de pobre, se la veía rondando entre la basura, juntando rabos de cebolla, ejotes ya sancochados y alguno que otro cañuto de caña, para que se les endulzara la boca a sus hijos. Tenía dos, como ya te lo digo, que fueron los únicos que s ele lograron. Después no se supo ya de ella”.

El narrador es casi siempre testigo o protagonista. En la prosa de Rulfo, se unen el lirismo y la economía expresiva, el laconismo de habla de sus personajes y un tiempo que no avanza, sino que vuelve al pasado o a un presente que parecen fuera de lo que se cuenta.

“Ese Urbano Gómez era mas o menos de nuestra edad, apenas unos meses más grande, muy bueno para jugar a la rayuela y para las tracalas. Acuérdate que nos vendía clavellinas y nosotros se las comprábamos, cuando lo más fácil era ir a cortarlas al cerro. Nos vendía mangos verdes que se robaba del mangal que estaba en el patio de la escuela, y naranjas con chile que compraba en la portería a dos centavos y que luego nos las revendía a cinco. Rifaba cuanta porquería y media traía en la bolsa: canicas ágatas, trompos y zumbadores y hasta mayates verdes, de esos a los que se les amarra un hilo en una pata, para que no vuelen muy lejos. Nos traficaba a todos, acuérdate…”.

Esta nueva concepción del narrador, testigo situado detrás de la conciencia de los personajes, el uso del tiempo fragmentado y un estilo poético apenas marcado por voces y diálogos misteriosos, está enmarcado dentro de lo que se conoce como el Realismo Mágico…

“Era cuñado de Nachito Rivero, aquél que se volvió menso a los pocos días de casado y que Inés, su mujer, para mantenerse, tuvo que poner un puesto de tepache en la garita del camino real, mientras Nachito se vivía tocando canciones desafinadas en una mandolina, que le prestaban en la peluquería de don Refugio.

Y nosotros íbamos con Urbano a ver a su hermana, a bebernos el trepache que siempre le quedábamos a deber, y que nunca le pagábamos, por que todos al verlo, le sacábamos la vuelta para que no fuera a cobrarnos. Quizá entonces se volvió malo, o quizá ya era de nacimiento…”.

Rulfo es un autor de protesta, en sus obras oímos por primera vez hablar al campesino, en un monólogo interior. Considera que la paternidad y la maternidad deben ser pensadas, usa los procedimientos de novelar, como nadie lo había hecho antes.

“Lo expulsaron de la escuela antes del quinto año, por que lo encontraron con su prima la Arremangada, jugando a marido y mujer detrás de los lavaderos, metidos en un aljibe seco. Lo sacaron de las orejas por la puerta grande, entre la risión de todos, pasándolo por una fila de muchachos y muchachas, para avergonzarlo. Y él pasó por allí, con la cara levantada, amenazándonos a todos con la mano como diciendo: ya me la pagarán caro.

Y después a ella, que salió haciendo pucheros y con la mirada raspando ladrillos, hasta que ya en la puerta soltó el llanto; un chillido que se estuvo oyendo toda la tarde como si fuera un aullido de coyote.

Sólo que te falle mucho la memoria, no te has de acordar de eso…”.

Llano en Llamas es una serie de 16 cuentos que se titulan de varias formas, serie de relatos realistas y conmovedores de lo que sucede en el área rural de Méjico, todos son envueltos en un aire de superstición o de misterio…

“Dicen que fue su tío Fidencio , el del trapiche, le arrimó una paliza que por poco lo deja paralítico, y que él de coraje, se fue del pueblo.

Lo cierto es que no lo volvimos a ver, sino cuando apareció de vuelta por aquí, convertido en policía. Siempre estaba en la plaza de armas, sentado en una banca con la carabina entre las piernas y mirando con mucho odio a todos. No hablaba con nadie. Y si uno lo miraba, él se hacía el desentendido como si no conociera a la gente.

Fue entonces cuando mató a su cuñado, el de la mandolina. Al Nachito se le ocurrió darle una serenata, ya de noche, poquito después de las ocho, y cuando todavía estaban tocando las campanas el toque de ánimas”.

Rulfo era un hombre alejado y apartado de la publicidad. Junta en las páginas de sus obras, una serie de trabajos, en que sobre el fondo del desolado drama y alarmante desesperación de un sector de habitantes del país, esboza con vigorosa pluma, una terrible realidad…

“Entonces se oyeron los gritos, y la gente que estaba en la Iglesia rezando el rosario, salió a la carrera y allí los vieron: al Nachito defendiéndose patas arriba con la mandolina y al Urbano mandándole un culatazo tras otro con el Máuser, sin oír lo que le gritaba la gente, rabioso, como el perro del mal. Hasta que un fulano que no era ni de por ahí, se desprendió de la muchedumbre y fue y le quitó la carabina y le dio con ella en la espalda, doblándolo sobre la banca del jardín donde estuvo tendido.

Allí lo dejaron pasar la noche. Cuando amaneció se fue. Dicen que antes estuvo en el curato y que hasta pidió la bendición al padre cura, pero que él no se la dio.

Lo detuvieron en el camino. Iba cojeando, mientras se sentó a descansar llegaron a él. No se opuso. Dicen que él mismo se amarró la soga en el pescuezo y que hasta escogió el árbol que más le gustaba, para que lo ahorcaran. Tú pues te debes acordar de él, pues fuimos compañeros de la escuela y lo conociste como yo…”.

El cuento que acabamos de oír, se titula Acuérdate, y pertenece a Llano en Llamas, es terriblemente conmovedor como todos los que nacen de la pluma de Rulfo. Descubre un mundo erigido en oscuras referencias y lo describe con eficacia, arrastrando a sus personajes por la fatalidad…

Rulfo ha constituido su narrativa en testimonio en el que expone mediante sus personajes ficticios, los problemas políticos, económicos y sociales. Enriquece esta narrativa suya, con los criollismos propios de su país. Está envuelta en u clima de angustia y zozobra, de alcances universales, y en el fondo se percibe una profunda melancolía y desolación…

Nos hemos introducido al maravilloso mundo de la Cuentística hispanoamericana en la pluma del recién fallecido escritor; Juan Rulfo.

 

 

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